jueves, 30 de diciembre de 2010

La soledad de la amante



La amante se siente sola, desolada, cansada, agotada, vacía, despoblada.
La amante se siente perdida entre un montón de sábanas que cambiar.
La amante se ha dado cuenta de que es lo que los demás, sus amantes para ser más claros, quieren que sea. La amante se convierte en la "Mujer de las Fantasías" para ir cumpliendo las mismas de todos, una de tras de otra, sin nada que objetar o rechistar, más bien al contrario.
La amante entiende que el problema acude cuando la fantasía se acaba.
La amante en cuya naturaleza está cuidar (joder para eso es enfermera coño) se ofrece, con el corazón cubierto en velban en una mano y una postal que pone POR FAVOR NO ME HAGAS PUPA en la otra, a acudir a casa de sus hombres a cuidarlos cuando están enfermos. Pero los usufructuarios de las fantasías no quieren eso. Porque no entra dentro de la fantasía que la "Mujer de la Fantasía" sea la que les cuide.
Para eso está la otra.
De ahí su soledad.
La soledad de la amante, porque siempre es la otra, a la que nadie le pone vaselina en la nariz cuando está mala, a la que nadie le baja la basura, a la que nadie se acuerda de comprarle un llavero. Ésa es su soledad.

Una vez más dormiré a solas con mi dolor, lo único que empape mis sábanas serán mis lágrimas fruto del cansancio, del agotamiento, de la frustración y la soledad. Lágrimas-recordatorios porque me dicen que empecé el año viendo luciérnagas y mariposas que ahora están fundidas las primeras e involucionadas a crisálidas las segundas.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Recuerdos atormentadores



Tiene que acordarse, yo me acuerdo; vale, yo, me acuerdo de todo, esa jodida capacidad de recordar lo que vivo y lo que escucho.


Pero no me creo que él no sea capaz de acordarse, quizás no lo recuerde como yo, con la vehemencia que me caracteriza, pero se tiene que acordar.

Porque hace un año, casi casi exacto (el 12/12) nos íbamos los tres a vivir la que, para mí, fue la noche de nuestra vida.

Recuerdo el sexo, cómo olvidarlo, recuerdo el olor de que aquel garito tan grande, tan de la capital, recuerdo el color de las camas, la ropa que llevaba yo, la jaula de barrotes negros, la sensación de quedar atrapada entre los dos, arropada entre los dos; la que llevaban ellos, recuerdo las ataduras que me agarraban las manos, la venda que me cubría los ojos, recuerdo frases geniales.

Pero lo que no puedo olvidar, lo que dudo que olvide nunca, fue un momento más bonito que erótico. Estábamos en los sofás del medio, en una zona de paso, yo ya no llevaba el vestido, el corsé rojo repasaba mis curvas como una segunda piel y las botas de tacón alto adornaban mis pies. El rizos estaba en mi cabecera, yo apoyaba los brazos en sus hombros mientras dejaba el peso de mis pechos sobre su espalda, mi mano colgaba entre su pecho y su abdomen mientras era acariciada por la suya propia; el maestro estaba en los pies, cogiéndome las piernas, sentado justo debajo de mis rodillas, mi mano libre se acercaba a acariciar su barba de dos días, esa barba que nunca pincha.

No podía hablar, ni siquiera me había corrido pero rozaba el nirvana, no, no lo rozaba, estaba sumergida en él, el maestro se dio cuenta y enseguida lo verbalizo, es el que mejor se explica y el que mejor me entienda.

No podía dejar de decirles lo muchísimo que les quería, a los dos ¿eh? Ya sin cosas raras ni malos rollos. Os quiero. Os quiero. Os quiero. No podéis ni imaginaros cuanto. El maestro contestó enseguida pero los Rizos no, los Rizos han tenido que enamorarse de otra para decirme, dos veces al año, tampoco más, que me quieren.

Y ahora, cuando sólo ha pasado un año y tantas tantas cosas que han hecho que cambie todo tanto tanto, no puedo quitar, esa imagen de mi cabeza y, lo que es peor, no puedo dejar de preguntarme si él también se acuerda.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Más poder


No recuerdo si él me lo pidió o yo se lo ofrecí, me parece que fue una mezcla de ambas cosas. Él me dijo que le encantaba, que se lo pedía a todas las mujeres con las que se acostaba. Y yo se lo pregunté, ¿te gustaría…?


Al principio me dijo que si, no lo dudó ni un segundo, enseguida me dijo que sí, y yo sonreí con esa cara de zorra cachonda que pongo cuando me excito sólo de pensar. Eso me pasa mucho, sólo de pensar en lo que voy a hacer, en lo que le voy a hacer, en lo que me va hacer, me pongo como una loca, chorreo, noto como humedezco los tangas.

El día que le dije que esa era la noche perfecta para estrenarle, se arrepintió, le dio vergüenza, los perjuicios de vivir en una sociedad católica y apostólica como la nuestra pueden, demasiadas veces, con las ganas de recibir placer. Nos pusimos, follamos como animales y le permití, una vez más, que usara todos mi agujeros ya que yo iba a usar los suyos. Pero en el momento en que se lo propuse… pudo más el pudor que el vicio.

La siguiente tarde que hablamos del tema no fue una proposición, fue una advertencia “Cogeré el arnés y lo estrenaremos, no me voy a recorrer media ciudad con él en el bolso para luego no usarlo…” No se quedó muy contento pero no se quejó tampoco.

Nos dimos otro de sus baños, ésta vez con espuma, por primera vez le hablé de mí, de mi triángulo escaleno, de los rizos y del maestro, fue el primer paso hacia lo que hoy creo que será un final, se me escapó, me pilló con las defensas bajas. Soy transparente, totalmente cristalina, y con él me creado una barrera, he sido yo la que ha ido marcando los límites, marcando un ritmo más acelerado del que hubiese sido correcto; pero el domingo en nuestra quinta noche juntos, cometí un error… una lástima…

Después del baño, nos dimos otra de sus duchas, creo que son de los mejores momentos que he pasado con él, cuando me enjabona y acaricia al mismo tiempo, cuando repasa con sus manos mi cuerpo caliente, deshaciéndome igual que la otra vez, dejando que mi mente se fuera por el desagüe; pero no solo se escapo mi cuerpo, se fugó mi mente, mis barreras, mi muralla de papel… una lastima

Le dejé que me follara, más bien, le obligué a hacerlo, quería correrme yo primero, quería que oyera gritar para saber lo que iba a tocarle a él.

Quería verme mientras le penetraba, quería que mis pechos rozaran su abdomen mientras mis embestidas le hacían gritar, pero yo no lo quería así. Le dije que se pusiera a cuatro patas, dejé caer un chorro generoso y frío de lubricante, y le metí el primer dedo sin ningún problema, después el segundo, y lo siguiente fue mi maravilloso miembro falso. La facilidad con la que le entró me dejó estupefacta, tengo que reconocerlo. Me pedía más, más fuerza, más rapidez, más movimiento y yo, agarrada a su cadera, dándole hostias en los cachetes de su culo blanco, aceleraba mis movimientos para oír como aumentaban sus gritos. Sé que he escrito esto más de una vez, pero es que cada vez que hago esto vuelvo a darme cuenta, porque recuerdo la sensación, pero hasta que no vuelvo a ponerme mi aparato regalado no le recuerdo con tanta claridad. Sé que no obtengo ningún placer objetivo por penetrarle con mi arnés, pero el poder… sentir ese poder… esa sensación no tiene nombre...




Espero que ésta no sea la última historia que contar con él, porque aún no he descubierto qué coño es y me encantaría hacerlo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sigo sin saberlo


Estábamos metidos en la bañera, muy juntos, cada uno con la cabeza en un extremo, no cabíamos de otra manera, mis piernas cerradas, las rodillas encima de su abdomen y cada uno de mis pies a sus lados. Reconozco que me costó encontrar la postura, y que tuvimos que abrir el grifo del agua caliente porque a mi me encanta escaldarme con el agua, él, simplemente, intentó aguantarla como el macho cabrío que se considera.


Nos pusimos en pie y nos duchamos juntos, le dije que no necesitaba la esponja que yo no suelo usarla pero él me dijo que quería enjabonarme. Le dejé que lo hiciera sin ninguna pretensión, muchas películas ha visto este tío, pensé para mi. Pero no podía estar más equivocada.

Insisto: no sé lo que es. Pero sentir la esponja repasar mi cuerpo, dejando estelas de jabón blanco, percibir el ligero roce de su sexo en mis nalgas enjabonadas, resbalar sus manos por mi espalda, parar en mis caderas, repostando para adentrarse en mi sexo, un sexo que, normalmente, sumergido, no se encuentra mojado, pero esta vez todo fue distinto; todo fue lo contrario, la textura de su saliva, se confundía con mis flujos y estos con el jabón líquido.

Creí que me deshacía, cuando me besaba desde atrás, creí que mi cuerpo se convertía en agua y se escapaba por el desagüe sin dejar rastro de mi. Creí que me deshacía, que me escapaba por el desagüe. Tuve que apoyar la cabeza en la baldosa del baño para no resbalarme y dejarme ir.

Me gusta como besa, besa muy bien y el cabrón lo sabe. Tiene los labios bonitos, grandes pero no exagerados, sabrosos, húmedos, sus besos son mojados, van a juego con mi sexo, siempre húmedo y chorreante. A mi me encantan sus besos y él alaba mi capacidad de humedad.

No sé cómo coño lo hace, pero el cuarto o el quinto polvo que echamos fue… increíble.

Me recuerdo agitándome como una culebra sobre su sofá morado, convulsionando, gritando y clavándole los dedos en la espalda, que no las uñas porque él no me deja, riendo y llorando al mismo tiempo, contrayéndome, durante un microsegundo morí, creo que dejé de existir, mi cuerpo implosionó, saturando mis terminaciones nerviosas de placer y placer como hacía meses que no sentía.

De verdad que no sé lo que es, no tengo ni idea, pero espero que dure…

viernes, 12 de noviembre de 2010

No sé lo que es


No es su físico, no es su personalidad, no es, obviamente, su pensamiento político, no es su madurez, ni la falta de la misma, no es que no sepa cocinar, es… otra cosa. No sé lo que es, no tengo ni puta idea, pero me pone, me pone mucho más de lo que debería porque no tiene nada de lo anterior. No es todo el rato, no es a todas horas, pero son gestos, pequeñas miradas, pequeños movimientos que me ponen cachonda, cachonda como una perra en celo, como hacía semanas que no me ponía. Me senté en la esquina apropósito, para que sólo pudiera tocarme cuando yo quisiera que lo hiciera, pero él no me tocó, acercó su nariz hasta mi antebrazo y me olio mientras cerraba ojos, “¿a qué hueles?”. Y ese fue el principio.


96 horas después dudo de si debería haberme metido en esto. Pero los gritos de los orgasmos, las sensaciones, el sexo salvaje de estos días no me los quita nadie. Pues ya está.

Ahora estoy cansada de promesas falsas e innecesarias, a mi no hace falta prometerme un viaje para que me abra de piernas, voy a hacerme una camiseta con esta frase.

Porque a veces siento que sirvo sólo y exclusivamente para cumplir fantasías sexuales de hombres varios, que no está mal, pero que, obviamente, se queda corto, muy corto, insuficiente.





Mañana estaré más sexual,lo prometo

jueves, 7 de octubre de 2010

Sencillamente perfecto, perfectamente sencillo.



Yo estaba satisfecha con el simple hecho de que bailáramos tocándonos, sobándonos, metiéndonos mano con finura en bares de “moderno” que a mi, simplemente, me parecen pijos aburridos. Estaba contenta teniendo un cubata en mi mano y moviendo el culo rozando su polla mientras me reía a carcajadas sin tener que aguantar a nadie diciéndome sandeces o mirándome sin mirarme.  De verdad que estaba contenta. Me había cerrado un polvo para la noche siguiente, un polvo nuevo, un polvo que me apetecía desde hacía meses, un polvo con unos ojos tan azules como profundos. No necesitaba nada más, estaba satisfecha (soy consciente de que estoy repitiendo mucho esta frase pero como es algo que no suelo sentir me apetece re-escribirla), de hecho, en mi inmensa borrachera, no dejaba de pensar, “que bien me lo estoy pasando, y ni si quiera vamos a follar pero no me importa lo más mínimo”.
Cuando le dije que viniera a dormir, que no me apetecía dormir sola esa noche, se lo dije de verdad; me gusta dormir con el Rubio, es muy atento, se queda dormido abrazado a mí, me busca mientras ronca para acoplarse a mi pecho; llevo muchos días durmiendo sola así que, sencillamente, me apetecía.
Subimos a mi casa y ni si quiera me dio tiempo a soltar el bolso, casi me lo arranco de las manos mientras me empotraba contra la pared del pasillo y me besaba con una lascivia que sólo él conoce. Le aseguré que eso no era lo que yo me esperaba y me dijo que él tampoco, pero es que nos ponemos, es así, nos excitamos muchísimo, es lo que hay.
Me arrastró hasta la cocina, completamente vestida mientras yo le soltaba el cinturón con la torpeza digna de una borracha, volvió a girarme y me precipitó contra la encima de la cocina; no podía dejar de gemir, sentía como comenzaba a sudar mientras sus manos me masturbaban sin parar. Me penetró allí mismo, sin compasión, sin esperar, sin delicadeza, con fuerza y hasta el fondo mientras empujaba mi pecho contra la encimera como si quisiera clavarme en ella. Volvió a girarme y se lanzó a comerme la boca, él no saborea mis labios, no, los devora, se los traga, engulle mis labios, mis gemidos, mis gritos y mis palabras.
La ropa, los zapatos, los cinturones, calcetines y demás prendas iban marcando el camino de la lujuria que recorrimos juntos, una vez más, esa noche. Todas las pistas nos llevaron hasta el salón. Se sentó en el sofá, y me digo que me sentara. Mire su polla, erecta, morada, turgente y expectante, me miraba desafiante así que acepte su desafío. Me senté sobre él, la cabalgue como hacía meses que no lo hacía; me lo follé mientras le clavaba las uñas en el cuello y el agarraba mi muslos imprimiéndome un ritmo frenético como a él le gusta.
Follamos como locos. Follamos como animales salvajes, como si estuviéramos seguros de que íbamos a morir mañana. Follamos en el salón, en la cocina, en la cama. Follamos de lado, boca arriba y, sobretodo, boca abajo, a cuatro patas. Follamos gritando, mordiéndonos, insultándonos, deseándonos, deshaciéndonos el uno en el otro. Follamos lamiéndonos, mordiéndonos, chupándonos.
Follamos y follamos como hacía demasiados meses que no follábamos. Y después dormimos juntos, de lado agarrando su espalda y él sujetando mi pierna sobre la suya propia. Y cuando nos despertamos, volvimos a follar y volvimos a dormir y volvimos a follar.
Sencillamente perfecto, perfectamente sencillo.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Intra-hospitalarios

Cuando veo a los residentes mirarme, cuando me doy cuenta que lo hacen porque les controlo con el rabillo del ojo, y siento como repasan mi culo y mis pechos que, discretamente, dejo que se vea en una indiscreta esquina de mi asexual uniforme, más conocido como pijama. Cuando veo a los medicuchos uqe la mitad dela sveces me ponen mal el tratamiento o similar, mirándome (creo que sólo me ha pasado dos o tres veces no penseis que es lo habitual) como diciéndome: "te voy a hechar el polvo de tu vida guapita"; me dan ganas de hacercarme agarrarles de los huevos y susurrarles al oído después de haberlo lamido "He sodomizada a hombres con un arnés de goma, follado en la mitad de los baños de los bares a los que vas, comido el coño de varias mujeres, ¿de verdad crees que puedes sorprenderme?"
Ahora, sueño casi a diario, con el que se vuelva y después de comerme la boca de la forma más guarra que os podaís imaginar me susurre "te sorprendo seguro".

Dicho esto, añadir que hoy estoy mu contenta porque en cuatro años de hospitales todavía no había descubierto lo que era el mamone intra-hospitalario, y, ahora que lo descubre, ME ENCANTA!
Surrealista, quién me lo iba a decir a mi!!

sábado, 11 de septiembre de 2010

SEXO





Salimos el jueves, se nota que acaba el verano, bueno, para mí empieza, la gente vuelve cargada, caliente, supongo que será el acúmulo del sol.
Había mucha gente, el término "mucha gente" es bastante relativo y más después de haber visto el barro madrileño lo de aquí siempre es menos, que no poca cosa.
Reconozco, y no sé muy bien por qué, que estaba tímida, casi cohibida, no quería ni que me dejara sola para irse al baño. Me dió corte, hacía mucho que no me pasaba, se supone que tiene que ser alrevés ¿no?
Que cuanto más vaya menos corte me dará, pero el jueves estaba muy cortada, desentrenada, agosto ha sido muy largo y más aún asexual.
Lo mejor no fue el polvo, no fue el que me metieran una polla, cosa que hacía poco ya había hecho otro.
Fue el pre, lo de antes, el rato de la pista de baile, el que me susurra un desconocido que le pongo cachondo, el que se me refrotaran los dos, uno por cada lado de mi cuerpo, el jugar con las dos pollas, una en cada una de mis manos, el respirarlos a los dos, el que me agarraran desde atrás, entregando al maestro.
Todo eso fue lo mejor.
No recuerdo como se llamaba, algo con D creo, estoy segura que si lo viera por la calle no lo reconocería, y la verdad es que me da lo mismo. El sexo es sexo, nada más, en tríos, parejas, cuartetos, orgías me da igual. El sexo es sexo, el sexo no complica las cosas, por lo menos para mi no. Yo quiero, él o ellos quieren y ya está descargo adrenalina, endorfinas y un montón de hormonas que ya ni recuerdo, todos contentos. Lo que lo complica es lo demás, lo jodido es todo lo demás.
Y yo no me canso de follar, cómo podría cansarme, pero me falta .....algo, ese algo.
Y aún así no me quejo, tengo la suerte de tener al maestro, entre otras personas, en mi vida, casi nadie tiene esa suerte.

domingo, 8 de agosto de 2010

Proporciones


Ayer, me di cuenta (ésta ha sido la semana de las revelaciones) que cuando estás… enamorada, no más bien que cuando idolatras a una persona, y en tu mundo está en la categoría de Dios las dimensiones dejan de cobrar sentido.


La última vez que estuve en su casa para algo no erótico, creo que fue cuando nos dimos los regalos noeróticos de cumpleaños, me di cuenta de que su cama no es tan grande como yo la recordaba. Y se lo dije, “recordaba tu cama tan grande”, pero no era así, era yo que me sentía muy muy pequeña a su lado.

Y ayer, o hace un par de días, me di cuenta de que me pasaba exactamente igual con su polla. Mirando el recuerdo fotográfico de nuestro último encuen-trío, me di cuenta de que su miembro erecto era similar al de los demás, no tan perfecto como yo lo recordaba. Para mi su polla ha sido siempre la mejor, la que mejor olía, la que mejor sabía, el color, el tamaño y el grosor perfecto. Pero ayer me di cuenta que con él, entre otras muchas cosas, perdía la capacidad de perspectiva, de proporcionalidad.

Por lo menos me he dado cuenta.



Encontraré una bragueta BRILLANTE! Lo dice hasta mi frigo-poesía…

miércoles, 4 de agosto de 2010

Tranquila



Ayer..., no... creo que fue el lunes, porque hoy es... miércoles ¿no? es lo que tiene vivir a turnos inhumanos y haciendo dobletes incompatibles con la vida. Creo que fue el... domingo, sí el domingo, cuando me di cuenta hablando con un completo desconocido, que nuestra historia, la de los tres, la de triángulo mágico, había acabado, se había acabado completamente, que ya no quedaba nada más.
Fue muy simple; él me dijo algo así como que nuestra historia es muy complicada y yo le correguí enseguida diciéndole que lo era en pasado, en pasado simple para ser más sincero.
Pues eso es lo que es. Fue bonito mientras duró, único, especial, depravado y lascivo, increiblemente apasionado e insufriblemente doloroso; pero se acabó al final todo se acaba.
Y ahora estoy... bien, tranquila, muy tranquila y no estoy borracha ni nada parecida, simplemente me lo creo, me creo que se acabó y parece que por fin duele un poco menos. Bueno... bastante menos.
Que bien ¿no?

lunes, 2 de agosto de 2010

Huevos brillantes



A veces los momentos que se presupen no- eróticos se cargan de erotismo. Quiero recordar que ésto me lo enseñó el maestro. Hablar desnudos tocándose después de un buen polvo, pasearse desnuda por casa a por el agua de la nevera mientras él te mira desde la cama, mantener una conversación sencilla y al parecer sincera mientras la cámara web sigue encendida enfocando un pezón perdido.
Despues, de madrugada, me alegre de no haber encontrado nadie con quien tomar una cerveza terracil.
Valió la pena quedarse en casa.
Valió la pena la conversación de después. Los huevos brillantes, la teta parlanchina. Valió la pena, además de por otras cosas, porque me reí mucho, oí resonar mis carcajadas por la habitación. No es lo de menos.
No era la primera vez que hablabamos, ni era la primera vez que me aseguraba verme pero fue la vez primera que yo ansiaba oírle. Aún resuena en mi cabeza el grito de su orgasmo, se ha quedado dando vueltas por mi cerebro consiguiendo arrancarme más de una sonrisa improvisada.
Y además, le gustaron mis pies.

Muy buen gusto musical, sí señor.

miércoles, 14 de julio de 2010

Hay vida...



Durante un par de horas se me olvidó el dolor, arrinconé la pena en una esquina de mi mente hiperactiva para ceder el hueco al placer extremo.
No tenía ganas de salir, no tengo ganas de nada en general, me cuesta levantarme, andar, cantar y sonreir, pero me duché, me maquillé, me probé varios modelitos y me calcé mis sandalias nuevas increíbles de tacón negro y acudí al bar de siempre, casi con lágrimas en los ojos.
El maestro me preguntó si prefería que nos fuéramos, dos mensajes disculparían nuestra asistencia, pero yo insistí, mientras me secaba la lágrima del recuerdo, en que nos quedábamos, insistí porque tenía que salir, porque necesitaba un polvo adulto, un polvo salvaje; y eso fue lo que tuve.
No me esperaba que la noche fuera así, ni mucho menos, esperaba un polvo normalito, un buen polvo. Pero lo de ayer fue memorable, de las mejores noches que he pasado en mi antro de depravación preferido.
Aunque yo dije hace muchos meses que F. me gustaba mucho, hasta ayer, tenía que reconocer que si me lo cruzaba por la calle posiblemente no lo reconocía, pero ayer eso cambió porque nos encontramos en un bar "normal" y él, yo, el maestro y M. nos tomamos una cerveza normal mientras alguna mano discreta y dubitativa se posaba en mi pierna desnuda y suave.
Nos dirigimos a mi sótano preferido contando batallitas cual abuelos cebolleta, me dí cuenta que tenemos muchos que contar, mientras ambos nos miraban extasiados y contemplaban el bamboleo de mis caderas remarcando por culpa de una única copa de alcohol.
No nos entretuvimos demasiado en la barra, enseguida pasamos al sofá. F sentado a mi lado derecho y en el sofá de la izquierda el Maestro y M. nos miraban engatusados.
F. es tierno, me besa suave, me toca mucho, repasa con sus dedos mis piernas con ternura y me agarra la barrigita como diciendome que le encanta, me mira mucho, me escucha mucho, me pone la oreja en la boca para que le gima en ella. No sé nada de él, creo que sé a lo que se dedica pero tampoco lo tengo muy claro; se lo más importante, sé que tiene una polla genial, que le gusta mi colgante de cinco puntas, y que le de morbo que cuando follemos lleve un collar que oscile entre mis pechos. No sé mucho más, pero me encantaría saberlo.
F. me besó con ternura mientras M. y el maestro nos miraban y se tocaban entre ellos. En pocos minutos F. buceaba con sus dedos en mi sexo húmedo. En unos segundos más nos levantamos y fuimos hacia la pista de baile, e hicimos de todo menos bailar. Nos tocamos, besamos, chupamos y acariciamos los cuatro a los cuatro. Me arrodillé en el suelo a chupar y esnifar a un maestro extasiado, mientras F. peleaba conmigo por lamer su miembro, M. arrodillado detrás de mi masajeaba mi clítoris. Ese rato fue sencilla genial, me encanta encontrarme con hombres que chupen al maestro sin rechistar, más bien al contrario, que le laman encantados de la vida, sino no tiene gracia, no es divertido, pierde su morbo completamente, pero F. y M. se saben muy bien esta norma y la cumplen a raja tabla.
Fuimos hasta la habitación y me tiré en el amago de cama roja burdeos, F. me desnudó con cuidado mientras me informaba de lo mucho que le gusta mi boquita. Hay perdí la noción del tiempo, del espacio y del dolor, hasta entonces el fantasma de los Rizos se paseaba por mi alrededor, pero en ese momento se alejo, me dejó libre durante unas horas y pude disfrutar, pude salir de la mierda más profunda en la que me ha metido un jodido NUNCA JAMÁS EN LA VIDA.
Salí del barro arrastrándome para disfrutar de unas horas de pasión desenfrenda.
Recuerdos retales, retazos insospechadamente intensos, imágenes, fotografías obscenas aparecen sin previo aviso en mi mente caliente. Nos recuerdo a los cuatro, al maestro haciendo miles de fotografías anónimas mientras M. lamía mi vientre el cual F. le abría para facilitarle el camino. Recuerdo que no era capaz de contar las manos que estaban encima de mi cuerpo. Me encanta esa sensación de no saber quien me toca hasta que llego a tocarle el miembro y les reconozco sin más problema.
Les pedí que me follaran, casi se lo rogué. El maestro le dio permiso a F. primero, me conoce muy bien y sabe lo que quería. Cuando me penetró la primera vez fue... no sé, exquisito. Creo que a F. le gusta follar suave, folla de otra manera, me penetra y se remueve como si quisiera llegar a todos mis huecos. Le pedí que me follará fuerte mientras mis dedos se aposentaban en mi clítoris rozándolo gracias a sus embestidas, me besaba, me besaba mucho, se dejó caer contra mi pecho mientras yo agarraba su espalda con fuerza incrustándolo en mis pulmones, en mi cuerpo, me corrí gritando como una loca, me corrí rasgando mi garganta y clavándole las uñas, me corrí y él siguió sin descanso hasta que hizo que volviera a correrme y hasta que aviso que se corría, y yo le pedía que lo hiciese. Se quedó quieto, inmóvil sobre mí unos segundos, para retirarse y dar paso a M.
M. me folló salvaje, agarró mis piernas y las elevó todo lo que pudo dejándome completamente expuesta, me folló con fuerza mientras escuchaba ese sonido que sólo pueden provocar dos cuerpos que chocan desnudos y con fuerza, me folló mientras sentí su sudor caer en mi cuerpo, hasta que se corrió dentro de mí ahogando un grito en su boca.
Me quedé tendida en la cama alargando la mano que enseguida fue recogida por el maestro. Le hice un gesto a F. para que se acercara y se aposentó en mi espalda de lado, acariciándome despacio y con suavidad, besando mi nuca, mi espalda, mis labios, tocándome con cuidado, acercando su cuerpo al mío, mientras yo protegía su sexo de agresiones externas y miraba con muchísima curiosidad, como hago siempre, como M. lamía sin para al Maestro; esa es la mejor cualidad de M.: la generosidad, puede pasarse horas en esa postura, con esa ocupación tan absorbente.
Estuvimos mucho rato así, ni siquiera sé cuanto. Sé que casi me quedo dormida y que le dije a F. que podía tomárselo como un halago porque yo era incapaz de dormir, sólo me duermo con los tíos que gustan mucho (pero eso no se lo dije).
F. volvió a ocuparse de mi sexo y este, como era de esperar, no opuso ninguna resistencia. La polla de F. se despertó inquieta entre mis manos, mientras yo le besaba con la dulzura que él me daba. Me acerqué hasta al maestro para besarle mientras otro le chupaba. Y les dije a los tres que quería que se masturbaran hasta que se corrieran en mis tetas. Y así lo hicieron.
Perfecto, fue una noche mágica, menos mal que no me quedé en casa.
Hay vida después de nuestro trío, soy muy joven para seguir una vía muerta; hay vida después ahora sólo tengo que encontrarla.

lunes, 5 de julio de 2010

Tentación


Estoy viva, viva pero asexuada. Me he arrancado el sexo y lo he metido en una caja blindada, cerrada bajo siete candados que guardan siete llaves que he tirao a siete mares distintos. Mi sexo anda perdido en una caja plateada, llena de brocados, hundida en el fondo de un oceano pacífico y salado.
Ahí está hundida en lo más profundo del verde oceano.

Ya no hay pasión, ya no hay llama. Peor, mucho peor, hay pasión, pero está reprimida, está amarrada a una pared horrible, a unos ladrillos de un muro demasiado grueso. Ladrillos de reproches tontos, miedos inecesarios, falsos amores infantiles (los que yo sentí) y casi podríamos decir que circunstanciales. Estamos atados, encadenados, esposados a ese puto muro imposible de derribar, él no me deja hacerlo.
Yo creí que nosotros éramos mejores que los demás, que ha nosotros no iba a salir bien, que nosotros íbamos a ser inmunes a las leyes de la normalidad. No me puedo creer, no me creo todavía, que estemos dejando que esto pase, de verdad que no me lo puedo creer.

Y ahora estamos donde siempre hemos estado, estamos donde era obvio que íbamos a estar, los tres como siempre pero como nunca, más bien peor que nunca. Porque sigue habiendo momentos, situaciones, instantes, súmamente eróticos, en los que los tres pensamos, deseamos, ansiamos lo mismo; pero, como los idiotas que somos y nos considero, no sucumbimos a la tentación que tanto nos gusta y nos mordemos los labios hasta que enrojecidos duelen o comienzan a sangrar.
Somos, oficialmente hablando, inútiles emocionales.

domingo, 13 de junio de 2010

El que espera...


¿Cuántas? ¿Cinco, seis semanas? Las que fueran; nosecuantas semanas hablando por interntet y por teléfono, masturbándonos, corriéndonos juntos, viendo como se corría el otro, oyendo (que para mí sin duda es lo más interesante) al otro correrse, utilizando sus gemidos para hacerme una imagen mental de cómo estaría haciéndoselo en casa, utilizando la web cam para dejar de imaginármelo y poder ver cómo lo hacía, cinco o seis semanas o las que sean aguantado tres o cuatro noches a la semana “Déjame ir a follarte a tu casa” casi lo rogaba.


Nos conocemos, nos tomamos la cerveza perfecta, con la mini falda perfecta y el escote perfecto, la conversación perfecta, las palabras perfectas, llego un punto en que creí que me mentía, no podía acertar en todo; la imprescindible y deseada conversación de sexo también fue genial. Pero él tenía mucha prisa por culpa de algo que sonó a excusa extraña la verdad.

Me fui encantada, casi hasta me gustó el hecho de que no follaramos, supongo que por la novedad, supongo que podríamos decir que hasta me hizo ilusión.

Hablamos la mañana siguiente, se disculpó mil veces por tener que irse tan rápido y me repitió mil veces lo que le costó retenerse y no abalanzarse sobre mi pecho camino que mostraba claramente mi escote. Genial. Íbamos a repetir el jueves, pero el jueves no supe nada de él y desde ese día una paja-cibernética, un mensaje erótico sin respuesta, alguna que otra esperanza infundada de que iba a llamar y una conversación sincera dejando clarísimo que la pelota está en su tejado, una conversación en la que pregunte directamente por qué después de semanas rogándome venir a mi casa a follarme cuando le pido que lo haga no lo hace. Contestaciones insulsas sobre lo liado que se encuentra, sobre la sorpresa que me va a dar.

Así que así estamos, sin mensajes, ni llamadas, ni el tirirín del jodido menseger, intentando explicar qué coño ha pasado.

Por favor, si alguien lo entiende que me lo explique porque yo no entiendo nada de nada, ya no.

miércoles, 9 de junio de 2010

Piel


La primera vez que me di cuenta de la capacidad que tenía mi piel para revivirlo todo pensé que era una gran ventaja, un don, un regalo maravilloso. Que mi piel pudiera tatuarse cada sensación, cada sentimiento, cada marca vivida, me parecía maravilloso, increíble, casi extra sensorial. Poder revivirlo todo, que maravilla… Esta… habilidad me venía que ni pintada a la hora de valerme por mi misma, cuando no había nadie más que yo en la carrera hasta el orgasmo. Mi piel se transportaba hasta el momento que ella quería y llevaba mi mente y mi cuerpo con ella a ese momento maravilloso y digno, así me era muy sencillo correrme.


Pero ahora, lo que antes veía como un don desde hace unas semanas empieza a parecerme una maldición, como lo de la “vida eterna” que al principio parece un chollo pero luego…

Ha resultado que mi piel tiene vida propia y se transporta a donde quiere cuando quiere, no me deja elegir, no permite que sea mi mente la que ordene donde nos teletransportamos. Así que ella revive, por su cuenta y riesgo, los momentos mejores que ha vivido. Y a mí no hace otra cosa que atormentarme.

Lo siento piel, pero tenemos que crearnos recuerdos nuevos, historias nuevas, amantes nuevos, todo nuevo. Es lo que hay. Lo que tenemos hasta ahora piel, lo guardaremos, lo recordaremos con cariño y anhelaremos que vuelva, pero mientras tanto tenemos que seguir piel, tenemos que seguir, no nos queda más remedio.

lunes, 31 de mayo de 2010

¿?


Al principio el teléfono era suficiente, no lo niego. Me encantaba oírlo diciéndome todas las barbaridades que iba a hacerme cuando nos viéramos. Me ponía oírle suplicarme que le dejara venir a mi casa. Así, ¿cuánto? ¿cuatro o cinco semanas?


La cerveza rápida y agradable fue genial, cuasi perfecta, demasiado perfecta para ser real.

Pero ahora que le digo que venga a follarme, que le dejo clara constancia de que quiero hacerle todo lo que se le ocurra, todo lo que me pida. Ahora que por fin ha conseguido lo que quería, que parecía ser era que le invitara a casa, ahora no da señales de vida.

Y yo, más cabreada que triste, me preguntó ¿¿Cómo es esto posible?? ¿Alguien me lo puede explicar??

sábado, 15 de mayo de 2010

Posesión




Ayer nos volvimos a ver, apareció más bebido de lo que debería para ser la hora que era, algo tristemente habitual en el Rubio. En cuanto se acercó a mí comenzó a tocarme y abrazarme como si nos hubiéramos visto ayer. Una vez más, como ha hecho tantas veces, empezó a hablarme de lo mal que le va todo, a veces pienso que soy la única que le escucha, bueno para ser sinceros, finge escucharle. Nos fuimos, rodeados de los de siempre y algunos jóvenes nuevos, a un bar más oscuro, un bar con esquinas que no fueron utilizadas. Porque él prefiere exponerme al público, prefiere colocarse en medio del bar y dejar babosa constancia de que, en ese mismísimo instante, de alguna retorcida manera, le pertenezco. Nos besamos y mordimos como la última vez que estuvimos juntos, nos bailamos mientras el alcohol hacía más mella en su ya demasiado castigado hígado, y, varias veces a lo largo de la noche, estuve a punto de despegar desde la mitad de la pista de un bar que cada día me es menos desconocido.


Pero en el instante siguiente, dejó de ser el Rubio divertido para volverse el Rubio Violento. Quería follón, desde primera hora de la noche, y no iba a parar hasta que lo encontrara. Yo, una vez más, me había prometido que no iba a dejar que me hiciera daño “Mira Manu, ya no me hace daño”. Así que me aleje de él, sólo mantuve pegado a su cuerpo una esquina de mi ojo izquierdo.

Se calmó de un instante a otro, exactamente igual que como se había brotado. Se calmó y volvimos a tener una conversación más que ridícula sobre que no le respeto porque no caigo rendida a sus pies, todo mientras investigaba en que tanto por ciento estaba húmeda. Me cansé de calentones, sí, me cansé de magreos, me cansé de jugar para que después la pereza o el alcohol le impidieran llegar a la meta, también me sé le recorrido de ese maratón.

Así que le rechace, me había enganchado de la camiseta para morderme la boca como sólo él sabe hacerlo, pero me retiré y le dije que no me calentase. Como era de esperar se fue más que ofendido. Pero yo estaba cansada de jugar, lo sigo estando.

Así que con la chaqueta en la mano a punto de irme, me crucé con mi Niño, mi Niño el que me da besos furtivos y amoroso en mitad del albergue, el Niño que me lleva de la mano hasta su habitación para enseñarme la camisa nueva, el Niño que me canta flamencadas que odio pero que a él le encantan. Lo vi y en lo único que podía pensar es que no quería dormir sola esa noche. Así que le besé, una vez más, suponiendo que, una vez más, algo o alguien se interpondría entre él y los 400 metros que había desde el bar hasta mi casa. Pero no fue así, por fin, follamos y el apocalipsis no ha llegado todavía.

Tuve que pedir una intervención, porque el Rubio, en cuanto vio esto se acercó a mí a abrazarme y bailarme cogiendo mis manos mientras me cantaba al oído “Y cuando duermo sin ti, contigo sueño…”. Podríamos haber sido tantas cosas… tantas… me quedé con tantas ganas de decirle esto mientras intentaba lamerme la oreja y yo le retiraba la cara, demasiado para una noche. Así que cogí a mi Niño a su juventud y a su dulzura y me lo llevé a mi casa, mientras el Rubio miraba desde la lejanía con la falsa sensación de que en ese pequeño instante me quería, no como se quiere a las personas no, como a una posesión.

Pero yo con la cabeza alta y la mano amarrada por la mano de otro me fui a casa, dormí poco y acompañada.
Eché un polvo de colores… pero eso es otra historia.

domingo, 9 de mayo de 2010

Sin quejas


El jueves, intentando recuperar nuestra perdida buena costumbre, el Maestro y yo volvimos a salir. Quedamos con uno de los sustitutos, uno de mis favoritos la verdad (aunque reconozco que si me lo cruzo por la calle no sé si lo reconozco).
Hubo un rato genial, recordaba de él que besaba muy bien, con mucha suavidad, con mucha ternura, hasta a mi me gusta de vez en cuando un poco de suavidad; recordaba que la chupaba exactamente igual que besaba, con mucha suavidad y con mucha ternura. Hubo un rato genial, hubo un buen rato que creí que podría ser EL SUSTITUTO, en el plano sexual obviamente, el afectivo/sentimental es muchísimo más complicado. En ese rato cogió mi nuca y me susurro que se la chupáramos al Maestro entre los dos. Hacía meses que no hacía algo así, con lo que eso me gusta, nuestras lenguas se entremezclaban y discutían por chupar ese pedazo de carne turgente, nuestros labios se juntaban en la punta del capullo para acabar besándonos enfrente de la polla expectante del maestro. Hubo un rato genial, un rato en que creí que podría ser EL SUSTITUTO. Y en ese rato me tiraron y desnudaron en mi cama bucearon en mi cuerpo mientras el otro se ocupaba del contrario, formando el trio obsceno que tantas veces hemos formado.
Durante unos minutos creí que lo habíamos encontrado, creí que... podíamos tener algo parecido a lo que tuvimos con los rizos. Pero luego a la hora de la verdad, en el momento de "pasar a la acción" él no pudo, el estrés, un día agotador, la presión de lo público, todo eso le pudo. Y, aunque no me puedo quejar, tuve mil y un atenciones y por supuesto grité de placer, reconozco que me faltó algo.
La próxima vez será mejor, seguiremos buscando y le daremos otra oportunidad más a estas gafas cariñosas, porque me gustan las gafas cariñosas, y el Maestro siempre hace todo lo necesario para complacerme.
Así que, por supuesto, no me quejo, ni se me ocurriría.

lunes, 26 de abril de 2010

Poder


Nunca me había sentido tan poderosa, nunca jamás. Trabajo con vidas humanas a diario, pongo medicaciones que mal administradas pueden provocar daños irremediables, pero jamás hasta el jueves me había sentido tan poderosa.


Me lo rogó él, hacía muchísimos meses que no sentía su peso. Y fue él, virtualmente, quien me pidió que le castigara, esto sí que era una novedad más que excitante.

Debería haberle dicho que no. Debería haberle devuelto una de las muchas que me debe y haberle dejado plantado. Debería haber esperado a que subiera se pusiera cómodo y después decirle que no tenía ganas de follar. Pero no pude evitarlo, soy como el escorpión que pico a la rana que le llevaba hasta la otra orilla del río, no puedo evitarlo, es mi naturaleza.

Así que en catorce minutos llamó al timbre de mi puerta.

En segundos desnudos y cachondos nos tiramos encima de mi cama. Todo era salvaje, sé que con el Rubio siempre ha sido salvaje, pero lo del otro día fue… especialmente animal, casi primario.

Pegué, mordí, arañé, golpeé, sacudí, aporreé todo lo que quise. Todo acompañado del sonido seco que provocan las ostias, todo coreado por los gemidos de un hombre tan excitado como sorprendido.

Subida encima de él, preparándome para cabalgarle, provocándole heridas, marcas y líneas rosadas que poco a poco se convertirían en rojo, a él se le escapó un susurro que quería formar una frase en la que rogaba que le follase, que hiciese con él lo que quisiera. Y eso hice, nada más y nada menos.

Le di la vuelta, preparé su única y perfecta entrada, me acicalé con mis mejores eróticos miembros falsos y le penetré como no lo hacía en meses. Hasta el fondo si indulgencia, una y otra vez, mientras gritaba, chillaba y su dolor se mezclaba con su placer. Le follé mientras le tiraba del pelo. Le follé mientras le pegaba cachetes en un culo que se tornaba rojo. Le follé mientras le obligaba a levantar la espalda y le ahogaba con cuidado y permiso. Le follé escuchando la banda sonora de mi poder, de su placer y del mío.

Por fin, pensé mientras le follaba, sé lo que se siente, entiendo lo que implica el poder de dar placer o hacer daño con un simple gesto.

jueves, 15 de abril de 2010

La próxima primera vez



La próxima vez que follemos los tres le dejaré hacer conmigo lo que
quiera, le dejaré hacerme lo que nunca le he dejado.
Le comparé una cuchilla de afeitar de las antiguas, de esas que salen en las películas cuando alguien se va a suicidar; una cuchilla de afeitar y un bote de espuma para que me rasuré bien, completamente, para que me quede más expuesta todavía, como si no lo estuviera ya. Además de esto, me exposaré yo sola a algún barrote que habré estado buscando con premeditación y alevosía, me pondré el coulotte que sé a ciencia cierta que le enloquece, me dejaré puestos los tacones de puta y a mis pies tendrá otro paquete con un grandioso lazo rojo, como yo, que guardará un hermoso látigo de cuero de cuatro colas, no mejor de siete. Regalo retrasado de un cumpleaños que tendría que haber sido tan bonito como excitante.
Después de todo esto, le morderé lo justa para que grite de dolor pero que aún así me pida más. Me arrodillaré exposada a lamer al maestro mientras le miró a él con esa sonrisa que se que le encanta. Lo dejaré a mi espalda y colocaré sus manos en mi pecho para que me entregue a un maestro expectante y excitado.
Ayer pensé que todo esto lo haré la próxima primera vez que follemos los tres, que será mejor que la primera primera vez y que la segunda primera vez y todas las sucesivas primeras veces.
Pero al minuto siguiente me di cuenta de que eso, justamente esto, era una de las cosas que hacía que lo perdiéramos cada ocho magníficos meses.
Así que la próxima primera vez, el próximo puto re-encuen-trio, será maravilloso porque será un re-encuen-trio pero no porque le de todo lo que quiere porque eso, justamente esto, es lo que no quiere. Que complejidad.

lunes, 12 de abril de 2010

Frankestein


He decido que quiero volver a soñar, sí sí sí. Quiero volver a fantasear con mil situaciones, con mil personas, con miles de cosas que tengo que hacer antes de morir. Quiero cortar pequeños e irregulares trozos de papel de colores en los que quiero escribir un montón de fantasías, eróticos festivas, sentimentales, materiales y de todo tipo.
Deseo, deseo, deseo, deseo por encima de todas las cosas ser feliz. Y querer volver a desear.
Así que he decidido empezar a escribir relatos otra vez, inventarme un amante perfecto que sé que no encontraré nunca, pero en mi imaginación puede ser como yo quiera.
Voy a crear a mi propio Frankenstein, con los mejores trozos de los mejores. Y haré que escenifique todo lo que yo quiero.
¡Ala! Este seguro que no va a fallar. Se llamará… Ángel. Sí, le pega, no sé, creo que le queda bien.
Así que, como últimamente el Maestro y yo tenemos serios problemas de compatibilidad de horarios (es lo que tiene los horarios imposibles y los turnos incompatibles con la vida humana), pues pondré en marcha mi imaginación para “suplir” estos días de no-encuentro.
Aunque parece que esta semana… quizás unas horas robadas un sábado nocturno… Quizás el tiempo y el espacio nos den un descanso y nos permitan un más que merecido re-encuentro.

martes, 30 de marzo de 2010

Imposible

No hay nada que contar, que pena.
Me creí que nos iríamos a Lisboa para mi cumpleaños. Pero para el aniversario de mi nacimiento quedan 20 días y las cosas no parecen que vayan a arreglarse.
No hay nada que contar, que pena.
Sigo teniendo mil y un fantasías que giran en mi mente, mil y un ideas, mil y un proyectos que se quedaron una vez más y, como siempre, encerrados en cajas con candados que nunca serán abiertos.
Ojalá pudiera extirparme la imaginación.
Ojalá pudiera corroer de mi mente miles de sensaciones que me persiguen y atormentan, ojalá pudiera borrar lo que creo que nunca volvoré a sentir, me gustaría tachar lo exquisito para poder sobrevivir con lo normal.
Pero me parece que eso es imposible ¿no?

martes, 16 de marzo de 2010

Castillos de cartón II


“Ni si quiera nosotros éramos inmunes a la normalidad”, ni si quiera nosotros lo somos.


Yo lo intento, de verdad que lo intento, pongo todo mi empeño en levantar una muralla para detener el viento que quiere destrozar nuestro castillo de cartón, pero no lo consigo, por más libros que ponga, por más textos que escriba, por más letras que apile para atrincherarnos el viento, tan fuerte como esquibadizo, logra pasar para derrumbarlo haciendo que mis esfuerzos sean prácticamente inutiles.

No puedo más.

Llevo un rato pensando exclusivamente en que, después de tantos años juntos, no tengo ninguna foto de los tres, ninguna apta para todos los públicos obviamente.

Ellos dos, en lo único que han coincidido siempre, es en que acabaremos como el rosario de la aurora, y parece que el alba se acerca desde la lejanía.

No puedo más.

Ojalá todo fuera distinto. Ojalá nosotros fueramos la excepción que confirma la regla.

Castillos de Cartón imposibles de sostener, como todos los castillos de cartón, por más empeño que ponga.

domingo, 7 de marzo de 2010

Recuerdos


Llevo días pensando en la noche que empezamos con la transgresión dentro de nuestra depravación. Tenía que irme a Portugal bien marcada, para que no me olvidara de ellos. Para recordarlos cuando, la primera noche lejos de casa al acostarme en la cama del hotel, me dolieran las piernas y la espalda. Me fui dolorida y encantada de estarlo.


Recuerdo el humo del cigarro de los dos, recuerdo como me follaba desde atrás mientras fumaba cigarros que sabían a mí; recuerdo deslizar la polla del maestro en mi boca mientras los rizos no dejaban de arañar mi espalda cóncava. Recuerdo el tacto de su baba en mi espina dorsal, los rizos babean cuando están más que excitados, babean como un niño pequeño, como los perros de Paulov. Recuerdo que los primeros dos azotes fueron más extraños que excitantes. Recuerdo que me folló al pie del sofá, a cuatro patas como de costumbre, mientras le chupa la polla al maestro y olía el humo circular de esos putos cigarrillos que tanto odio y que acabarán costándonos un susto. Recuerdo que al principio no se que quitó la camiseta, sigo teniendo la sensación de sentir el tacto del algodón al final de la espalda, yendo y viniendo al mismo ritmo que él.

Recuerdo que llegados a un momento, lo que no recuerdo muy bien es cual, le pedí que me pegara, recuerdo el placer de cada embestida se multiplicaba por tres, el primer múltiplo era su vaivén, el segundo los ojos clavados y estupefactos del maestro, y el tercero el ritmo de las ostias, el sonido, sentir la vibración transportase por mi trasero, extendiéndose por él hasta lo más hondo de ser. Recuerdo que grite como una perra cuando me corría, que caí rendida al lado del maestro mientras intentaba respirar, que sentía que me moría y me faltaba el aire. Recuerdo que los tres nos quedamos tendidos, absortos, sintiendo a los otros dos.

Esta semana no he podido dejar de recordarlo.

domingo, 21 de febrero de 2010

El treinta y tres coma tres periodo



A veces tengo una necesidad irracional, casi podríamos decir primitiva, de marcarlos como si fueran míos, aunqué se que no lo son. Pero cuando estamos rodeados de completos desconocidos, compartiendo lo que, supuéstamente, ha de ser íntimo a dos, siento la imperiosa necesidad de morderles, arañarles, agarrar las partes tensas de sus cuerpos hasta dejarlos marcados con mi insignia. No puedo evitar pensarlo, me pasa muy amenudo, quizás demasiado. Cuando se alejan de mí, aunque nunca se alejan demasiado, cuando tocan a otras u otros, cuando se dejan acariciar por otros labios qeue no son los míos, les miro desde la lejanía, no tan lejana, mientras otros que no son ellos, se encargan de mí, y disfruto mirándolos, disfruto grabando sus caras y sus gestos, pero siempre hay un pequeño instante en que tengo la urgente necesidad de gritarles a todos los demás que son sólo míos y que en realidad no los tienen sólo se los presto, durante un breve e intenso periodo de tiempo. Es entonces cuando me deshago de quien me toca o me lame, con discrección pero con firmeza, es entonces cuando busco sus cuerpos entre la oscuridad conocida y tan bien aprendida, es en ese momento cuando me acerco hasta ellos para que quede constancia tactil de que son míos.


Pero no lo son. No lo somos. En la vida real, fuera de esas cuatro paredes, lejos del sótano de la depravación, nos pertenecemos en la misma manera que nos amamos. Con esa receta complicada de cientos de ingredientes que no sé descifrar. El treinta y tres como tres periodo de sus cuerpos me pertence igual que les pertenece el mío.

Seis piernas y el mismo número de brazos, tres bocas, dos miembros iniestos y una cueva que quiere, no, necesita, ser ocupada, treinta dedos que repasan tres cuerpos, tres ombligos y tres espaldas. El tres, a veces, no es un número impar.

En la salud y en la pequeña enfermedad, porque esto va a ser pequeño. Espero que, una vez más, el maestro no se equivoque.

domingo, 7 de febrero de 2010

Alguien me lo puede explicar??

Que tiene que hacer una mujer para conseguir follarse a un hombre con el que ha quedado para eso?? Que es lo que hay que decir o no decir o hacer o no hacer para que te llamen o no hayan quedado??
Que coño se supone que tenemos que hacer??
Alquien me explica cómo es posible que quede con un hombre de más de treinta años con el cual follé una noche hace más de un año y quien ha sido el que ha vuelto a ponerse en contacto conmigo y, después de un montón de emails estúpidos, quedo con él para palabras textuales "enseñarme su pisito" y nos hemos pasado 3 putas horas hablando de estupideces y viendo las fotos de sus putos viajes, lo cual obviamente me la pela, para acabar dandonos un calentón estúpido como niños de quince años. Alguien me puede explicar cómo es posible que me haya ido a mi clase de teatro cachonda como una perra y que le haya mandado un mensaje super majo y no me haya contestado.
Alguien me lo puede explicar????
Porque yo lo intento; de verdad que lo intento. Quedo con tíos que, en principio, me van a defraudar porque sólo tienen dos piernas, dos brazos, una polla y unos labios, sólo por eso ya es dificil que me encanten. Asi que encima que lo intento, que quedo con tíos como estos que creo que pueden rellenar la parte normal de mi vida, que lo intento con todas mis fuerzas. Encima de eso, tengo que aguantar que ni si quiera me contesten.
De verdad que no puedo más.
Me lo puede explicar alguien????
Estoy muy enfadada

sábado, 6 de febrero de 2010

Castillos de cartón

Retirado el post anterior porque es inecesario, lo cual me parece genial e increble, el hecho de que no sea necesario ese post es... increible!!Asi que lo quito, lo borro para intentar así borrar también los tres últimos días de mi vida. Borro ambas cosas. Porque aye firme que, como poco, el resto de los jueves de nuestra vida nos aburririamos en la sepia y también dejé constancia escrita de que voy a levantar una muralla con libros y textos para proteger nuestro castillo de cartón, y este es el primer texto de muchos.
Vuelvo a ver luciernagas y mariposas, parece que todavía nos queda tiempo

viernes, 29 de enero de 2010

Sedienta



Me pongo a pensar, en realidad nunca dejo de hacerlo, y me doy cuenta de que estoy sedienta. Pero por más líquido que ingiera, no importa su sabor ni su olor ni si quiera su textura, no me sacio, no quedo satisfecha, porque mi sed no precisa de ningún líquido elemento. Estoy sedienta de ellos, de los dos, de lo que formamos los tres. La sobredosis de la noche madrileña ha abandonado mis venas, ya no queda nada salvo el recuerdo, un recuerdo tan certero como doloroso, tan excitante como triste, porque recuerdo cada momento, cada sensación pero no puedo sentirlas, mi piel no puede reproducirlas porque está seca, deshidratada y sedienta, sedienta de ambos, de los dos, de lo que formamos los tres.


No puedo más, es como si me quemase y no encontrara el agua que pudiese cesar estas llamas. No puedo más, pero no me queda alternativa. Nuestro mayor problema siempre ha sido el tiempo, es una de las pocas cosas en las que no le doy la razón al maestro, nuestro primer problema siempre ha sido el tiempo. Quizás si el cansancio no estuviera tan instaurado en su cabeza el tiempo nos diera una pequeña tregua y nos prestara escasas horas para entregarnos los uno a los otros como hace tantos días que no nos entregamos.

Lo sé, soy totalmente consciente de que el tiempo es relativo, de que para mi han pasado años desde nuestra última noche y para ellos sólo auténticas, reales y agotadoras semanas. Pero, es lo malo de ser yo, es lo malo de ser como soy, tiene cosas bonitas, preciosas e increíble scomo dice el maestro, pero esto es lo malo de ser el corazón que no se puede pensar con otra parte del cuerpo, simplemente no sé cómo se hace.

lunes, 18 de enero de 2010

Adicta




Soy consciente de que no tengo derecho alguno a quejarme; soy consciente que desde que al maestro le ha dado por cegarme ciertas horas a la semana ya no tengo que hacer ningún esfuerzo, ya sólo tengo que dejarme hacer, y eso la verdad es que me encanta.

Soy consciente de todo eso, y de que, insisto, no me puedo quejar, de verdad que lo sé, también sé que en un mes se puede decir que voy servida, que han sido varios los hombres que me han probado, varios no, podría decirse que unos cuantos, no demasiado, de momento, nunca son demasiados.

Pero no es suficiente.

No porque me faltan ellos dos, a la vez, al unísono. Una vez más y como es nuestra triste tradición, volvemos a tener una crisis horaria. De verdad que me parece súmamente irónico.

Sólo le pido al tiempo que nos dé una próloga, que nos permita un receso para que podamos disfrutar los tres de los tres.

Me siento como una adicta esperando su dosis, anhelándola, llamando a su camello a destajo sólo para conseguir que lo que ella quiere.
Sólo espero que la felicidad de estos días no fuese solamente un efecto químico de la sobredosis que me chuté en Madrid, sólo espero que no fuese eso y que ahora con el mono vuelva a ponerme insoportable.

Espero que no pase eso...

Pero por favor, que alguien me de ya mi dosis porque de verdad que la necesito.

domingo, 3 de enero de 2010

Recuerdos


Anoche me fui a la cama pensando en la noche en que me quede dormida sobre el sillón azul apoyada en el pecho del maestro, en su jersey mojado por unas lagrimas que él había intentado calmar y que, a base de palabras sinceras, grandes frases de consuelo y repeticiones varias de sentimientos tan sinceros como reales, las lagrimas habían amainado. No sé por que recordé esa noche, de verdad que no lo sé. Recuerdo que el sofoco me impedía calmar un hipo nervioso que era el responsable de que mi pecho subiera y bajara con frenesí, recuerdo que me quede dormida escuchando su corazón, mientras me pasaba la mano por el pelo. Recuerde los meses malos, los silencios incómodos y las contestaciones sacadas de quicio y sin embargo, anoche, después de mucho tiempo soñé con él, en realidad con ambos, aunque a uno solo lo intuya.

Cuantos más días pasan sin vernos, mas ganas tengo de que nos encontremos los tres. Son los días en que no dejo de preguntarme... muchas cosas.
Días en los que me pregunto hasta cuando durara esto, días en los que me prometo a mi misma que durara siempre, que tiene que ser así porque ya ni si quiera me imagino mi vida sin ellos.
Es lo que tiene ser las vísceras y el corazón de este depravado y amado triangulo, que todo sienta mejor pero que todo duele mas.
Estoy enganchada a ellos, a sus rizos y a su maestría, a los dos y, por fin, a ambos de igual manera.

viernes, 1 de enero de 2010

Caen estrellas para celebrar...



Proposito de año nuevo:
QUE LA FELICIDAD SEA SOLO Y EXCLUSIVAMENTE LO QUE TENGO AHORA Y EN CADA MOMENTO


Me fui a dormir a las siete menos cuarto de la mañana pensando en lo que iba a proponerle este año doble de la primara cifra (20+10) a la laica trinidad.
Dentro de la Nueva Era (si, ya se que suena a secta religiosa) este tiene que ser el año de la transgresion, asi que habra que maquinar un plan malevolo, lo cual no me supone ningun problema...






(siento que falten todos los acentos, pero al ordenador solo le da la gana de sacar esto´´ cuando le doy a la tecla :))