domingo, 27 de marzo de 2011

Mamar


El farmacéutico tiene 32 años, es lo que se conoce como un pijo de manual, farmacia propia, piso en el centro y cole privado. Pijo de manual. El farmacéutico se nos acercó en un bar pijo con los labios rojos putón preguntándonos si le sentaban bien y acabó arrastrándonos a las 6,30 de la mañana a un bar ilegal (cosa que no sabía que existía en esta mi pequeña y querida ciudad) para tomarnos la última y preguntarme si podía secuestrarme.


Le conteste que sí, pero que me secuestraba en mi casa.

El Farmacéutico es alto, rubio y tiene unos ojos azules francamente bonitos. No besa mal, pero es ansioso. No me gusta los hombres que te empujan la cabeza hacia su entrepierna para que se la chupes, joder, es que pienso hacerlo igual, pero cuando a mi me dé la gana, es así de sencillo.

Me recogía el pelo con una mano mientras se la chupaba, para verme mejor; levantaba el cuello de la almohada tensando todos los músculos de su cuerpo, para verme mejor. Empecé lenta y despacio, metiéndomela con cuidado pero hasta el fondo, como hago siempre. Sacando bien la lengua para restregarla por todo su sexo duro, tenso y palpitante, porque latía, casi como un corazón arrítmico. FAxAC, más o menos. Una vez dentro mi lengua se movía alrededor de su capullo, jugando con un punto mágico que me encanta ya que hace que salten cual resorte de caja de sorpresas. Gemía. Dejaba caer los ojos poniéndoles inevitablemente en blanco. Sudaba y jadeaba. Intentaba reproducir frases con sujeto verbo y predicado pero sólo decía palabras inconexas, el delirio del placer supongo. “Me encanta mirar cómo lo haces.” Me dijo en repetidas ocasiones mientras intentaba alcanzar con sus manos mis pechos colgantes.

Fui yo quien le pidió que me follara, que me diese la vuelta y se me follara con fuerza, salvaje, como si fuera, detrás de la persiana bajada que escondía un sol reluciente, no quedara universo. Últimamente mi cuerpo no me ha dejado disfrutar de palceres alternativos e igual de maravillosos, pero la noche del viernes mi cuerpo cedió. No recordaba bien, lo tenía en la mente pero no tan claro como yo pensaba, esos instantes de inmenso dolor, sentir a la perfección como se dilatan las fibras de mi cuerpo, como rechazan, en primera instancia, ese cuerpo extraño y maravilloso. Si no supiera a ciencia cierta el placer que le sigue no podría aguantar esos instantes de dolor, pero el después… el después es cojonudo, cuando se relaja todo y siento una polla entrando y saliendo, taladrándome las entrañas, clavándose, entrechocando con mi cuerpo. Genial, sencillamente maravilloso. No suelo avisar, mi gemidos delatan que cuando alzo el viaje, pero el viernes de mi boca se me escapó sin darme cuenta “Me a voy a correr” y antes de acabar la r grite mientras me partía en dos, sientiendo sus embestidas, el peso de su cuerpo en mis lumbares, sus manos grandes agarrando mi cadera. Durante un ínfimo instante creo que se paró mi corazón.

Por lo menos el farmacéutico no dice sandeces, no promete mierdas, no insiste en lo bonito que es mi piso ni en las ganas que tiene de dormir a mi lado. Se queda a dormir para volver a follar a mitad de noche, no para regalarme un oído que no necesita ser regalado, por lo menos no por su voz.

Ha sido un fin de semana intenso.

Un viernes en la rebotica. Un sábado con champan y bombones que pueden ser el comienzo de una historia que me interesa de verdad (si pasara ni si quiera los habría traído ¿no?). Y una tarde-noche de domingo rara, pringosa y excitante, los artistas son… curiosos, este en concreto salvaje. La mamada de hoy ha sido digna de una película porno; no puedo evitar poner cara de zorra y levantar las cejas diciendo, sin decir nada ya que mi boca está ocupadísima, “a que soy buenísima en esto”. Porque lo soy, por qué no decirlo. Y saberlo me sube tanto el ego… que maravilla!!!

martes, 15 de marzo de 2011

JODER


Yo quería follar hoy para eso he quedado con el hombre críptico, bueno el niño críptico, pero él, que es más raro que un perro verde, y le gusta la soledad, ha preferido dormir sólo, porque lleva tres días durmiendo acompañado, y no ha descansado nada así que claaaaaro el pobre prefiere irse a casa y descansar. Lo que me lleva a preguntarme varias cosas, y más después de que él mismo asegura que está a gusto conmigo y que le gusto algo, ¿por qué no se queda? ¿por qué viene hasta mi casa agotado de currar para pasarse tres horas hablando de música y viendo videos? ¿Por qué no prefiere disfrutar a partes iguales de mi cuerpo y de mi personalidad? ¿Seré yo? ¿Qué estoy enferma porque me gusta follar más que aún tonto un palote?


Tengo ganas de follar. Es así de sencillo. Miento no es sencillo pero tengo ganas de follar. Necesito un amante nuevo, un amante urgente, de estos que se mueren de ganas por poseerte un par de veces a la semana, de los que te llaman y no esperan a ser llamados, eso quiero yo joder!!!

Eso quiero yo. COHERENCIA. Quiero que si un tío me dice que le gusto un montón y que está a gusto conmigo que le encanta como le chupo la polla, si un hombre me asegura que quiere repetir, que tiene ganas de volver a verme, que se masturba pensando en los polvos que echamos juntos y que bla bla bla y blo blo blo LUEGO ME LLAME O QUE SI VIENE A MI CASA SE ME FOLLER POR DIOS!!!BUENO POR DIOS NO POR MÍ Y TODOS MIS COMPAÑEROS, JODER (nunca mejor dicho)

martes, 8 de marzo de 2011

Beso, besar, besada...


Es raro, es un tío raro, críptico, con una capacidad de autoflagelación que no es normal, y menos para su edad el día que le hayan dado tantos palos como a mi no sé qué hará con su vida, es una versión pequeñita de un gran error, de esos hombres a los que les gusta dolerse, de esos que ponen banda sonora a su vida y van escuchando en su cabeza “ME CALASTE HONDO Y AHORA ME DUELES…” Pero me mira con admiración, con una devoción para mi desconocida, me mira y parece que se queda tonto, a veces, hasta con la boca abierta; pero me coge la mano y me repite cuatro veces lo calientes que están.


Y me besa, me besa mucho, me besa con urgencia y la fuerza de los veintipocos, me besa con la ternura y la tranquilidad del agotamiento de una noche de fiesta, me besa con la falsa cotidianeidad de la mañana, me besa, me besa y me vuelve a besar.

No quiero versiones pequeñas de grandes errores, pero me encanta que me achuchen, que me abracen, que me mimen, dormir acompañada, abrazada, sentir una respiración en la nuca mientras me quedo dormida. Y el domingo mi nuca se sintió huérfana.

Así que intentaré quedar con él, aunque estoy casi segura de que su naturaleza de sufridor no va a ponérmelo fácil.