jueves, 30 de abril de 2009

Osado




Se auto invito a mi fiesta de cumpleaños, a su favor diré que no le mandé a la mierda, que me quejé de su osadia pero no demasiado.

La tercera vez que me repitió que estaba muy guapa, y realmente lo estaba, se lo agradecí y acto seguido le pregunté si echaríamos un polvo en algún baño; “no es mal plan, contesto”. Sellamos el trato con un beso rápido que sería la puerta de horas de perseguirnos en los bares sin ningún tipo de pudor, de besarnos, comernos, devorarnos en medio de cada pista, aguantando sandeces de personas que no deberían hacer estupideces de ese estilo, pero nada puede ser perfecto ¿no?
El nivel de alcohol en sangre subió demasiado como para asegurar ciertos actos libinidosos y deseados.

Cuando llegamos a casa estaba segura de que tendrían que pasar unas horas de abstinencia para que, al menos, pudiera moverse. Pero volví a equivocarme. R. Funciona a impulsos, nunca se sabe cómo o por dónde va a salir.
Hablamos durante más de una hora de cosas que había que hablar. Me parece muy ridículo que la gente se excuse de cosas que no son excusables diciendo que su personalidad es esto o lo otro. ¿Pero qué más da? Hay cosas que no se pueden hacer seas como seas. Me quedé dormidita encima suyo, mientras por su culpa el aire de la habitación se iba haciendo más denso y cambiaba de olor, fingiendo que estaba despierta.

Me di la vuelta para que él se acoplara a mi espalda, sé que le gusta dormir así. Se acercó a mi espalda y comenzó a besarme la nuca, tenía dudas de si eran besos de buenas noches o de buenos días. Se acercó más a mi, podía sentir en mis nalgas como se despertaba; le respondí poniéndole la mano sobre mi pecho derecho, no necesito más.
Como siempre salvaje y desenfrenado.

Creo que no es consciente de la química sexual que tenemos los dos, más bien que sólo lo es cuando estamos juntos, pero que no se acuerda; aunque se masturba conmigo, o eso me dice, entonces por qué no follamos más. No lo entiendo.

Tengo vacíos mentales, recuerdo momentos pero no sé como llegamos a ellos.

Le monté, llevaba días deseando hacer eso, lenta y profundamente, me agarró de las caderas para imprimirme un ritmo que, obviamente, ignoré por completo era mi clítoris el que mandaba. Me ordenó que me pusiera de cuclillas para que fuese él el que mandara, no me importó lo más mínimo. Salí de él y chupé mis restos, me encanta sentir mi sabor en la polla de un hombre, es una sensación tan curiosa. Se la lamí a conciencia, me la metí hasta el fondo mientras el empuja sin piedad hacia dentro. Le pedí que me lo pidiera, es que me encanta escuchar cómo me piden las cosas, me encanta saber que soy la que tiene el poder, por lo menos ese ratito. Le di el dedo para que lo lamiese, porque quería que fuese su saliva la que le facilitase el camino, lo dejó empapado para que resbalase mejor; se lo metí un poquito, me pidió que lo introdujera más, pero le chiste y le dije que era yo la que mandaba, tampoco él tuvo ningún problema con eso. Recuerdo perfectamente como gemía, como aguantaba para no correrse, como jadeaba. Me levantó y volvió a meterseme dentro, se me clavó hasta el fondo. En un momento me dio la vuelta y él se puso encima, comenzó a moverse con un ritmo desorbitado, saliendo del todo para entrar hasta el fondo acompañado de ese sonido perfecto incapaz de reproducirse. Con la mano izquierda se apoyaba en la cama, la mía estaba ocupada en el clítoris y su mano derecha, sorprendentemente, asió mi cuello, con fuerza, mientras entraba y salía, sin parar, apretando lo justo para hacerlo increíble.
Me corrí, de una manera salvaje, sentía como mi piel saturaba poco a poco y necesitaba explotar, sentí perfectamente como esas miles de partículas maravillosas se esparcían por todo mi cuerpo.

Pero él no tenía bastante, y yo tampoco.
Me dio la vuelta, me pidió permiso al oído y, como pude, le dije que sí que sólo le pedía que tuviese cuidado.
Sentí cómo la acercaba, como se aproximaba lentamente a la estrecha entrada. Me lo imaginaba de rodillas tras de mi, con su mano derecha dirigiendo su miembro y la izquierda abriendo mis nalgas. Aunque entraba despacio sentía como cada fibra de mi se iba haciendo más elástica, gritaba, gemía, el dolor era, en proporción, mayor que el placer en ese momento. Yo sabía que se pasaría, que sólo tenía que esperar un poquito para que todo se transformase en placer. Él lo sabía también, por eso mis gemidos no le pararon. Siguió entrando poco a poco haciendo que mi cuerpo se ensanchara, se volviera elástico, y, de repente, el dolor cegó, pasó totalmente, le dio paso a un placer sin límites. Él, precavido, permaneció quieto hasta que comencé a moverme yo, haciendo todo lo posible por que mi culo chocara contra su pelvis. Sentí como sus embestidas eran más duras, más salvajes, más profundas, como sus gemidos pasaban a ser chillidos incontrolados, sentí como sus sacudidas prolongaban las mías mientras ambos nos uníamos en un grito.

lunes, 13 de abril de 2009

Chorro


El perfecto e incansable chorro de la ducha me transporta a lugar mucho más obscenos que la mampara de mi baño. Me rememora la última vez, ya demasiado lejana, que me tocaste, que te esparciste sobre mi pecho, recuerdo cada segundo de cada uno de los éxtasis a los que te he arrastrado, recuerdo como te dejo en el borde del abismo y eres tú el que se tira detrás de mí. Como tensas los músculos de tu cuello, hinchas las venas de tu nuca y se te distingue hasta el último recoveco de tus escápulas mientras tú te tragas un susurro hasta que me permites arrancarte un grito de placer que se desprende con una parte de ti mismo sobre mi pecho.
Todo eso consigue mi maravillosa ducha, realmente fue una gran compra.

lunes, 6 de abril de 2009



Tengo el mono, o el mono me tiene a mí.
No me lo quito de la cabeza, a todas horas en cualquier momento, en el fondo está él, como el sonido del mar en la playa que siempre se escucha.
Me revuelco con otros en la orilla, desconocidos que viven su micro película porno diciendo sandeces paupérrimas que suenan a porno del malo, ¿creerán que eso nos excita? Porque a mí no, me encanta que me hablen pero no en plan soez, tiene que ser erótico.
Estos detalles son los que me hacen “exclusiva”, exclusiva para qué. Empiezo a pensar que nunca podré ser feliz con otro alguien, con alguien que no sea...
Estoy cansada de él, y de mí, sobretodo de mí; porque contra él puedo intentar luchar, puedo intentar deje de verle o llamarle, pero a mí no me puedo apagar, no puedo dejar de escucharme.



¿¿¿¿¿Y ahora qué se supone que tengo que hacer?????
Espero que alguien me ayude a decidirme....





Sin chocolate, sin vacaciones y sin él, se está haciendo una semana demasiado larga.