sábado, 24 de octubre de 2009

Los mejores del mundo








Es imposible describir con palabras todo lo que sentí la madrugada del viernes. Es imposible de describir.
Reconozco que acudí a la cita un poco nerviosa y expectante. Nerviosa porque cuando más hábil me siento es con ellos dos solos, cuando estoy con el resto me siento pequeñita, supongo que es uno de los inconvenientes de salir a cenar con gente que tiene 15 años más que tú. Pero mis nerviosos no sólo estaban ahí, se dividían entre mi minúscula presencia y la negra idea de que, quizás, ellos no estaban dispuestos a quererse de nuevo.
Pero todo eso estaba sólo en mi cabeza. Ni me hice pequeña ni se han dejado de querer, más bien todo lo contrario.
A base de mentiras piadosas y después de más de una evasión al baño, conseguimos escaparnos, primero el maestro y luego nosotros dos. Cuando lo vi de pie, al fondo de la estrecha calle, con el abrigo largo atado hasta el cuello mientras mis rizos favoritos me repetían lo cachondo que le pongo sólo podía pensar “por fin, esto empieza a parecerse a un verdadero re-encuentro de verdad” igualito que Lulú.
Fue genial, irrepetible, cósmico, reconozco que insospechado.
Nos fuimos a nuestra esquina favorita, me sentaron en el medio de los dos como siempre, para poder tener a ambos bien cerca. Por supuesto no me dejaron entrar al abrigo de la penumbra todo lo contrario.
Llegué al sofá completamente empapada y ambos completamente erectos, los tres babeando por los dos. Llegué al sofá ya marcada, menos mal que los rizos no llevan las uñas tan largas como las mías, pero aún así me senté marcada, los arañazos de la espalada comenzaban a enrojecerse. Disfrutamos del sofá público mientras los voyers disfrutaban de nosotros. Le pedí al maestro que me arrastraran hasta la oscuridad pero me obligó a rogárselo, cosa que hice entre jadeos y susurros de un placer robado.
Y una vez en la pista de baile los tres nos hicimos uno y ellos jugaron a besarse a lamerse, jugaron a dejadme de lado sólo y exclusivamente para excitarme más todavía, y yo, que soy un ser primario, por supuesto respondí como se esperaba que lo hiciera. Me arrodillé en el suelo esperando la ofrenda que ambos tenían para mí y, una vez más, no fui decepcionada.
Casi me llevaron arrastras hasta la cama y allí perdí la percepción del tiempo y del espacio, todo empezó a girar en mi cabeza, mi cuerpo estaba saturado de dolor, pasión, sudor... Mi sexo era incapaz de retransmitir todas las sensaciones, eran demasiadas sensaciones, pero ese exceso me sabía tan bueno, simplemente era delicioso.
Todavía tengo cada segundo en la cabeza pero me siento incapaz de trasladarlo. Recuerdo fragmentos con más intensidad. Recuerdo como me agarraba los pechos, com sentía la forma en que clavaba sus uñas, mi cuerpo vuelve a sentir el dolor de ese instante y la sensación tan increíble que ahogaba a mi cuerpo en el momento que podía detenerme. Recuerdo que en algún momento los dos estuvieron dentro de mi a un tiempo, recuerdo que cuando me penetraba por todas mis entradas borré de un plumazo los meses de obligada abstinencia.
Todavía, si me concentro bien, puedo volver a sentir como caía en mi pecho ese líquido caliente y traslúcido, como dibujaba estelas de placer en mi cuerpo, puedo ver como se masturbaban los dos sobre mi vientre apoyados en el hombro del otro hasta que el placer nos hizo partirnos en dos a los tres y gemir de placer.
Y después.... la nada, la tranquilidad de la no-ficción, la delectación del éxtasis post-coital (el cual me está durando días), el deleite de disfrutar de tres cuerpos que se quieren, se respetan y por fin se entienden.
Tengo los mejores amantes del mundo.

viernes, 16 de octubre de 2009

Caso 576




Caso 576


La paciente refiere un comportamiento reiterativo y repetitivo el cual insiste en seguir por mucho que su más cercano círculo le ruegue que no continúe con eso.
Pone como excusa, bastante fatua he de añadir, la excepcionalidad de las relaciones sexuales que el agente tóxico (más conocido como el rubio) le provoca, olvidando plenamente que hace semanas de su último encuentro erótico-festivo, el cual ella sigue relatando con la vehemencia y la pasión que la caracteriza. El recuerdo de dichos encuentros provoca ciertos síntomas, no tan negativos como los demás, en la paciente a tratar: endurecimiento del pecho, aumento de secreciones en distintas partes de su cuerpo y una mirada lejana como perdida casi asemejable a la catatonia.

Además de dichos signos, la paciente refiere llanto incontrolado, palpitaciones, sensación de “estar blandita”, e involución a la cómoda forma de crisálida en la que nadie la puede dañar o mejor, si alguien la daña, ni si quiera se entera.
En el momento del ingreso se inicia tratamiento con quedadas de amigas en las que el tema central es “ponerlo a parir” desde la total subjetividad de la parcialidad de la amistad y desde la total objetividad explicándole y haciendo ver a la paciente que el susodicho objeto tóxico no es más que un despojo social. En un segundo intento este equipo organizamos una cita con su amante-amigo-futurotíodesushijos quien repite y reitera la mismas ideas que este equipo y que sus amigas intentando darle también ciertas soluciones prácticas.
Se decide, en consenso con la paciente y por mediación directa de otro de los amigos íntimos, borrar el número del teléfono móvil e impedir todo tipo de citas con él, a no ser que sea sólo y exclusivamente para realizar el coito salvaje sin ningún tipo de extra sentimental e impidiendo rotundamente dormir con el objeto tóxico. Entendemos que el tratamiento debe de ser de por vida y así se lo hacemos entender a la paciente, no sólo con este objeto tóxico en concreto sino también en el caso supuesto de encontrarse en breves o en un futuro con otro objeto tóxico similar o semejante al actual.

El equipo decide no darle el alta de momento a la paciente y continuar el tratamiento de forma ambulatorio, queda pendiente citarse dentro de dos meses en el servicio que corresponda.


Firmado:
Doctor Tiempo

Nº de colegiado ¥