martes, 29 de julio de 2008

Perfecto


Que te persiga hasta el baño empieza a convertirse en una costumbre que me encanta, en un ritual maravilloso y que sigo encantada.
De hecho, estoy empezando a pensar que te sorprendes más cuando te giras y no estoy que cuando estoy, ¿puede ser?
Cierras la puerta mientras me miras con esa cara de vicioso que tanto me calienta y te abalanzas a la vez contra mi boca y sexo. Y él, caliente y expectante, te espera ansioso, y bien lo sabes. Escurres tu mano hasta mi vientre por dentro de la falda y después te llevas tus dedos a la nariz para olerlos. Como me pones...
¿Qué es lo que más me puso la otra noche? Que rechazarás a la otra y acabarás conmigo.
Follándome solo como tú sabes contra la pared del comedor, y después contra el suelo.
Eso y que te marees cuando acabamos, ese detalle creo que me llena de orgullo.









Dicen que el sexo lo complica todo, creo que en nuestro caso es al revés. Las llamadas y pequeños y escasos momentos íntimos que vivimos hacen que todo se complique. El sexo no, nuestro sexo no, porque, sencillamente, es perfecto.

jueves, 24 de julio de 2008

Ducha



El agua fluyendo y resbalando sobre mi piel, caliente y empapada de sudor.
Un pequeño giro en ese magnífico aparato hace que el agua se concentre en tres poderosos chorros de placer que colocados en el sitio perfecto el tiempo preciso hacen que mis fluidos se confundan con el líquido de la ducha y mis gritos se fusionen con el ruido del agua al caer.

Siempre me ha encantado ducharme pero ahora lo adoro.He encontrado otro significado a las palabras baño relajante.

domingo, 20 de julio de 2008

Desgarrada




Realmente hoy me siento mal, fráncamente mal, fatal más bien.

¿Por qué cuándo hago las cosas yo solita, aunque todo vaya como yo quiera o incluso mejor, no lo valoro lo suficiente si no está el maestro dirigiéndolo todo? Porque no me valoro a mi misma.

Supongo que no le necesito, hay días que me lo creo; que realmente me creo que no le necesito para jugar, que soy lo suficienteme mayorcita para montarme los juegos yo solita, para ponerles, por fin de una puta vez, las reglas que yo quiera. Pero hay otros días que no, que no me lo creo, que soy consciente de que necesito ciertas cosas de él, de su maestría tan bien mostrada a los ojos de los dos.


Porque nosotros jugamos a tres, y sólo y exclusivamente puede ser a dos cuando él quiere. Sólo cuando él quiere y cómo él quiere.


Pero supongo que lo que me mas de duele es que se indignan frente a la verdad.

Supongo que, como todo en esta vida, es relativo, la verdad me refiero.


Sigo estando completamente postrada, indefensa y esperando su llamada porque me falta fuerza de voluntad y ahora mismo me siento deshecha.

A trocitos pequeñitos e insulsos e insignificantes.

Desgarradísima...

domingo, 13 de julio de 2008

Visita inesperada




"Le empujo contra la tabique de enfrente, mi pasillo es estrechó no me cuesta mucho empotrarlo contra la otra pared. Cierro la puerta de un portazo y me lanzo contra su garganta. Le estiro del pelo provocándole un pequeño grito y dejando expuesto para mí todo su cuello, le lamo, lo chupo y le muerdo hasta que grita pidiéndome que pare. Pero yo no le hago caso, porque se que le encanta.
Me desabrocha el cinturón del albornoz y me la quita dejando que caiga al suelo. Aposta sus manos en mi trasero y lo masajea con fuerza. Bajo mi cabeza por su pecho y empiezo a lamerle uno de sus pezones, mientras el otro se lo pellizco con fuerza. Él gime, pero sus gemidos, como siempre, son distintos que los de los demás, aspirados, como si quisiera tragárselos. Le miro mientras le muerdo, con esa cara de viciosa que se que le gusta tanto. Desliza una de sus manos entre mis glúteos para acabar en mi sexo, el cual le espera empapado. Resbala uno de sus dedos dentro de mi. Se me escapa un suspiro. Otro de sus dedos se apoya en mi clítoris. Comienza a moverlo, a ritmo vertiginoso, en círculos, de arriba a abajo, de abajo a arriba. Yo ya no puedo más, casi no puedo respirar. Escondo mi cabeza entre su hombro, no quiero que me vea correrme. Tengo ganas de hacerlo, pero no quiero que me vea. Le muerdo, le muerdo con fuerza mientras de entre mis dientes se escapa ese sonido que precede a mi orgasmo. Él sabe que voy a correrme.

- Me encanta que me muerdas mientras te corres, luego miro las marcas en el espejo y recuerdo cada segundo, cada gemido.- aprieto, le muerdo más fuerte todavía. Él grita.
Mi sexo arde, miles de millones de partículas recorren mi cuerpo haciéndome cosquillas por cada poro de mi piel.
- Me voy a correr...- no soy yo quien hablar, cuando estoy con Marco no soy yo la que habla. Es mi coño, mi coño siendo totalmente independiente del resto de mi cuerpo, habla y solo dice la verdad. ¡Podría estarse callado el muy cabrón!
- Quiero que te corras en mis dedos.- en cuanto oigo su voz me corro, grito y grito mientras siento como mi sexo chorrea. Grito mientras mi flujo resbala por mis muslos y empapa la mano de Marco. Jadeo, mi corazón late tan fuerte que Marco lo siente en su pecho. Saca la mano de entre mis piernas y se la acerca para olerla.
- Me encanta tu olor.
- Me tiemblan las piernas...- otra vez, otra vez habla él, húmedo y empapado."


Este es un fragmento de mi último relato, espero que os guste.

lunes, 7 de julio de 2008

Marcado



Salimos borrachos, ebrios, dando tumbos y dibujando eses en la acera. Salimos, sorprendentemente, agarrados de la mano, con el olor de mi primer orgasmo en tus dedos.
Al contrario que el resto de los mortales, buscas la esquina más iluminada de la calle, mientras me ordenas que juegue con mi clítoris y te relate todo lo que hago.
Hoy he accedido a ser tu esclava, algo excepcional, no te acostumbres.
Cuando ves en mi cara que me acerco al momento retiras mi mano y metes la tuya.
No tardo en correrme, en empaparte de mi. Mis piernas flojean, me agarras para que no caiga.
Paras un taxi; otro ciudadano más escandalizado.
Recorremos un bar tras otro, una copa tras otra. Y acabamos en un parque. Otro parque distinto, pero igual de excitante.
No puedo más, mi cuerpo me pide que lo llenes, que me satisfagas, que me penetres.
Me apoyas en un portal, levantas una de mis piernas y me penetras, hasta el fondo, arrancándome un jadeo ahogado. Me penetras sin piedad, rápido y contundente. Jadeo, jadeas, ambos lo hacemos.
En un segundo me das la vuelta, apoyo las manos contra el muro, mi cuerpo te espera expectante otra vez. Amarras tus manos en mis hombros y me follas, sin piedad, una vez tras otra, fuerte, hasta el fondo. Me tiemblan las piernas y el cuerpo entero.
Noto mis muslos húmedos, chorreantes. Te aviso, casi sin darme cuenta, de que me corro, de que de desparramo ante ti y contigo. Empujas con fuerza tus últimas embestidas apoyado en mi hombro mientras me muerdes reprimiendo tus gritos, explotando dentro de mi, como la bomba que eres en mi vida.Y yo reventada por dentro, temblando, sudando, jadeando, me lanzo a besarte salvajemente, a morderte el labio porque, ya se que no debería decirlo, me encanta dejarte marcado.

Nota de la autora

Por motivos ajenos a la organización mi pequeño espacio vital virtual a quedado descuidado, guardado entre algodones durante unas semanas.
Hoy vuelvo, satisfecha de historias pero sedienta de.... de muchas cosas. Gracias por vuestra espera.