miércoles, 20 de mayo de 2009

Azul


Le dije todo, no me quedó nada dentro. Me senté delante de él y le vomité cada sentimiento, cada caricia, cada sensación.
La de cajas que quedaron sin comprar, la de cajas que se quedaron en mi cabeza, y la única caja que le entregue se quedó dentro de la mesilla del recuerdo, cogiendo el polvo de la desidia.

Necesito que alguien me folle, al ser posible bien, para que me arranque todo su olor, su aroma, para que borre las marcas que él me dejo la última vez. Necesito que alguien apague mi cabeza por un rato, que haga que me olvide. Porque yo sola no puedo, siempre está él de fondo.

Y no hago más que pensar en todas las cosas que llevábamos tiempo diciendo que íbamos hacer juntos y que no hemos hecho. Cosas que sin él dudo que pueda hacer, o que si las hago con otros, no serán ni parecidas.

Sí, nos perdemos una oportunidad histórica. Primero pot tu desidia y ahora por culpa del amor que siento. Ojalá pudiésemos obligarte a amarme igual que te obligamos a comerme entera, a sostenerme desde atrás para ofrecerme al Maestro. Ojalá fuese tan sencillo como eso.

Paralizaremos el tiempo para que solo pase en mi cabeza y, cuando todo esto halla quedado atrás, retomar la oportunidad histórica donde la he dejado invernando.

Joder, necesito que alguien me folle y después me de cuatro abrazos.

Joder, que duro está siendo esto...

viernes, 8 de mayo de 2009

El último

Casi tuvimos que arrastrarlo hasta nuestro antro favorito. Casi parecía que nos estaba haciendo un favor.
Hoy he decidido que ese habrá sido el último, por lo menos en un tiempo. Supongo que si el viernes lo hubiera sabido lo habría vivido de otra manera, me hubiera molestado en olerle más, en sentirle más, en... en calcar cada peca, cada marca de su cuerpo en mi mente. Si el viernes hubiera sabido esto hubiera hecho una fotografía de la cara que pone mientras se corre sobre mi pecho, no hubiera dejado que se apartara cuando le mordí y le hubiese dejado la última marca. Pero el viernes todavía no era consciente de todo esto. El viernes todavía pensaba que podía ser, que algún día sería. Creía que valía la pena seguir luchando por una ilusión, por un espejismo.
El viernes nada más acabar pedí que nos fuéramos, les pedí que me llevaran a casa, y yo nunca pido tal cosa, al revés, alargo todos los segundos que puedo ese momento, aunque sólo sea para poder rozar su muslo con el dedo pequeño de mi pie, porque así me parece que compartimos algo.
Que penoso. Años viendo cosas donde no había nada, meses buscando dobles sentidos en frases carentes de sentido alguno, semanas intentando descubrir el sentido oculto inexistente de las canciones que me hacía escuchar.
Lo he intentado, he intentado sólo follar, dejar de sentir, arrancarme la piel a tiras para dejar de follar con mis sentimientos y hacerlo sólo con mis vísceras. Pero ha sido imposible, porque cada roce enciende una llama que creaba más y más sensaciones.
Lo tengo que dejar, no queda otra alternativa, sino esto no se va a pasar, no va a ir a mejor. Esta parece más definitiva.
Llevo tres días llorando, porque no hago más que pensar, cómo voy a seguir sin oírlo una vez a la semana, sin sentir su peso, sin tocar sus rizos negros. Pero intento consolarme diciéndome a mi misma que yo me merezco más, que yo me merezco tardes de domingo, paseos y cientos de fotos. Intento tranquilízame a mi misma pensando en todas las cajas que tenía preparadas para él, para los dos, y que jamás me ha permitido darle.
Estoy cansada, cansada de luchar contra la desidia, cansada de engañarme y de amordazar a la voz que me grita que no hay nada que hacer, que la única salida es dejar de verle por un tiempo. Hasta ahora no era planteable esta decisión, no me atrevía a perder lo que teníamos hasta ahora, pero lo que tenemos ahora es lo que me está matando, lo que está acabando conmigo. Yo no me merezco esto.
Pero él se merece una explicación, necesito quemar mi último cartucho, darle una de las cajas para que sepa lo que se pierde, para que pueda elegir si lo quiere o no. Y será que no lo quiere, o que no puede tenerlo, qué más da?? A efectos prácticos es lo mismo.

Así que ahora no hago más que intentar borrar de mi cuerpo eso último encuentro. Quiero olvidar como me elevo hasta la banqueta para abrirme las piernas, retirar a un lado el tanga y bucear entre mis piernas como hacía meses que no hacía. Necesito tachar de mi mente cuando les pedí que me sujetaran porque me caía, arrinconar en mi cabeza el momento que me tumbaron en la “cama” y me desvistió para follarme mirándome al principio para después, cuando yo se lo pedí, hacerlo desde atrás. Tengo que desdeñar de mi cabeza ese orgasmo, el mejor que he tenido con él, porque recordarme gritando me está matando.
Y por supuesto tengo que olvidar su cara cuando el éxtasis se acercaba hasta su cara, tensaba su cuerpo, marcaba sus escápulas mientras se vertía sobre mí.
Tengo que borrar todo eso.¿Alguien puede ayudarme con esto?? Por favor, que alguien me dé algún tratamiento, porque sola no sé si puedo.