martes, 8 de marzo de 2011

Beso, besar, besada...


Es raro, es un tío raro, críptico, con una capacidad de autoflagelación que no es normal, y menos para su edad el día que le hayan dado tantos palos como a mi no sé qué hará con su vida, es una versión pequeñita de un gran error, de esos hombres a los que les gusta dolerse, de esos que ponen banda sonora a su vida y van escuchando en su cabeza “ME CALASTE HONDO Y AHORA ME DUELES…” Pero me mira con admiración, con una devoción para mi desconocida, me mira y parece que se queda tonto, a veces, hasta con la boca abierta; pero me coge la mano y me repite cuatro veces lo calientes que están.


Y me besa, me besa mucho, me besa con urgencia y la fuerza de los veintipocos, me besa con la ternura y la tranquilidad del agotamiento de una noche de fiesta, me besa con la falsa cotidianeidad de la mañana, me besa, me besa y me vuelve a besar.

No quiero versiones pequeñas de grandes errores, pero me encanta que me achuchen, que me abracen, que me mimen, dormir acompañada, abrazada, sentir una respiración en la nuca mientras me quedo dormida. Y el domingo mi nuca se sintió huérfana.

Así que intentaré quedar con él, aunque estoy casi segura de que su naturaleza de sufridor no va a ponérmelo fácil.

1 comentario:

Anónimo dijo...

por donde vas? zano