lunes, 18 de enero de 2010

Adicta




Soy consciente de que no tengo derecho alguno a quejarme; soy consciente que desde que al maestro le ha dado por cegarme ciertas horas a la semana ya no tengo que hacer ningún esfuerzo, ya sólo tengo que dejarme hacer, y eso la verdad es que me encanta.

Soy consciente de todo eso, y de que, insisto, no me puedo quejar, de verdad que lo sé, también sé que en un mes se puede decir que voy servida, que han sido varios los hombres que me han probado, varios no, podría decirse que unos cuantos, no demasiado, de momento, nunca son demasiados.

Pero no es suficiente.

No porque me faltan ellos dos, a la vez, al unísono. Una vez más y como es nuestra triste tradición, volvemos a tener una crisis horaria. De verdad que me parece súmamente irónico.

Sólo le pido al tiempo que nos dé una próloga, que nos permita un receso para que podamos disfrutar los tres de los tres.

Me siento como una adicta esperando su dosis, anhelándola, llamando a su camello a destajo sólo para conseguir que lo que ella quiere.
Sólo espero que la felicidad de estos días no fuese solamente un efecto químico de la sobredosis que me chuté en Madrid, sólo espero que no fuese eso y que ahora con el mono vuelva a ponerme insoportable.

Espero que no pase eso...

Pero por favor, que alguien me de ya mi dosis porque de verdad que la necesito.

No hay comentarios: