Deseo, deseo, deseo, deseo por encima de todas las cosas ser feliz. Y querer volver a desear.
Así que he decidido empezar a escribir relatos otra vez, inventarme un amante perfecto que sé que no encontraré nunca, pero en mi imaginación puede ser como yo quiera.
Voy a crear a mi propio Frankenstein, con los mejores trozos de los mejores. Y haré que escenifique todo lo que yo quiero.
¡Ala! Este seguro que no va a fallar. Se llamará… Ángel. Sí, le pega, no sé, creo que le queda bien.
Así que, como últimamente el Maestro y yo tenemos serios problemas de compatibilidad de horarios (es lo que tiene los horarios imposibles y los turnos incompatibles con la vida humana), pues pondré en marcha mi imaginación para “suplir” estos días de no-encuentro.
Aunque parece que esta semana… quizás unas horas robadas un sábado nocturno… Quizás el tiempo y el espacio nos den un descanso y nos permitan un más que merecido re-encuentro.
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