miércoles, 25 de mayo de 2011

Cumpleaños II


Cuando aún estaba recuperándome, el Maestro abandonó su miembro para saludar a un hombre que pasaba en frente nuestro. El hombre ébano (ya sé que es un típico pseudónimo pero estaba deseando poder escribirlo) se había desvanecido dejándome tendida, junto al maestro, en un sofá enfrente del jacuzzi más hortera que he visto en mi vida, sintiendo la humedad del ambiente, oyendo los gemidos de otras mujeres y viendo a otras parejas follar a escasos metros delante de nosotros.


Zaragoza no tienen nada que ver con Madrid. El barro es distinto, más espeso, más intento, más oscuro. Las noches buenas en Zaragoza supongo que serán las malas en Madrid, por lo menos a lo que gente se refiere, ¿cuántas parejas había a mi alrededor? ¿50? ¿70? Casi todo el mundo desnudo, en toalla y con chanclas. La mujer sin ligero era la excepción. Por supuesto, eso si que es igual en mi ciudad, las mujeres mucho más atractivas que las mujeres y, al contrario de lo que yo creía, incluso en Madrid llamaba la atención. Lo cual hizo que se me subiera más el ego.

Él no se paró en seco, siguió unos pasos hasta que se aseguró que se dirigía a él, mostrándole y ofreciéndole mi pecho derecho. “Éste pezón está muy solitario ¿no crees?.” Fue entonces cuando se frenó en seco y se acercó hasta mí, y se recostó a mi izquierda mientras acercó su boca a mi pecho y lo lamió con cuidado. Creo que se llamaba Miguel, y era suave y dulce, el contrapunto perfecto del hombre de ébano. Nos aseguró que nos había visto antes con Chocolate y que le habíamos puesto muy cachondo, que no podía dejar de mirarme las tetas. Todo lo dijo mientras atendía mis pechos y los compartía con el Maestro. Aún estando en Madrid casi todos los hombres se ponen nerviosos cuando les piden que atiendan al maestro, esto sí que es igual en la capi que en la ciudad del viento.

Nos contó que su pareja estaba con Chocolate, a lo que el maestro le contesto que me follara rápido que Chocolate estaba muy bien dotado pero era rápido.

Así que eso hizo, se puso un condón y fui yo la que le cabalgué, sin pudor alguno, metiéndome y sacándome su miembro del cuerpo, siento esa columna de carne dura clavándose en mí. Le besé mientras lo hacía hasta que mis piernas dieron de sí y le pidieron que me follase a cuatro patas, cosa que hizo encantado. Con la fuerza y la vehemencia de dos desconocidos que se cruzan con el único propósito de disfrutar. Todo esto mientras mi boca atendía el sexo del maestro, el cual era feliz sólo oyendo mis gemidos. Se corrió gritando y arrogo su peso en mi espalda, quedando los dos tirados en el amago de sofá. Me besó, se anudo la toalla y siguió con su camino.

Yo me quedé tendida sobre el maestro recuperando la respiración, intentando controlar mis latidos cardiacos, secándome el sudor de la frente.

Cuando recuperé el control fuimos, vestidos, a la barra. Está muy bien pensada; al hacer como ondas te obliga a enfrentarte a otra pareja lo cual nunca está mal.

Yo me había fijado en él, y en como su pequeñita y rubia novia lo controlaba, le marcaba en la distancia. Él me miraba y tonteaba, me sacaba la lengua mientras me entraba la risa por lo surrealista de la situación.

Nos escapamos al baño y él nos siguió, nos lo cruzamos de bruces cuando abrimos la puerta. Por supuesto el maestro no perdió la oportunidad de sugerirle que probara el sabor de mis pezones y él lo hizo sin problemas. Así que volvimos a perdernos en un pasillo, sin saber dónde estaba la rubita pequeñita.

No recuerdo muy bien cómo, pero sé que acabamos en una habitación llena de gente, bueno recuerdo que lo pedí yo, que fui yo la que dije de ir allí en concreto porque no hacía más que oír a gente follar, gemir, jadear y me pone tanto… Así que ahí estábamos, haciéndonos hueco entre cuerpos desnudos y sudorosos. La rubita nos miraba desde la puerta mientras yo, desnuda, masturbaba a mi maestro y lamía la polla del nuevo miembro de la ecuación. Mi maestro le dijo que la invitara a entrar, así que se acercó a mí y nos besamos mientras le agarraba los pechos (falsos y con un tacto muy desagradable por cierto) y se los apretaba con fuerza, clavándole las uñas preguntándome si sentiría algo o no. Se acercó a mi oído y me susurro que quería que me follara a su novio, que quería que se me follara a cuatro patas con fuerza, así que le ofrecí mi culo en una perfecta pompa y él se me folló con fuerza, mientras le chupaba la polla al maestro y me miraban una cantidad indefinida de personas, jadeando y gimiendo al ritmo de sus embestidas. Por supuesto mi hombre no se quedaba impasible, al contrario, animaba a la rubita a darme azotes en el culo, azotes que me resultaban tan placenteros como excitantes, todo mientras él me follaba fuerte, yo tocaba mi clítoris frenéticamente y ella me azotaba y besaba casi al unísono.

Me corrí tan fuerte que creí que me desmayaba, me corrí gritando, retumbando mi voz por todas las paredes, me corrí sintiendo la fuerza de un montón de ojos que me miraban sin descanso, me corrí como hacía tiempo que no me corría.

Y después de que la rubita se lo follara, y se corriera dentro de ella todavía con el ligero puesto. Después de que un cuarto hombre rellenara mi anatomía le pedí al maestro que, agotaba, me devolviera en un taxi a la vida real.

Un cumpleaños inolvidable, sus regalos son siempre los mejores.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el mejor el r zaragoza ... nada del madrid

Anónimo dijo...

Siempre merece la pena desplazarse a la capital para disfrutar de esos barros y placeres diversos... Infinidad de locales variados donde elegir para las noches del fin de semana...cual frecuentas? Lástima no coincidir sea aquí o allá. Disfruta.