lunes, 2 de mayo de 2011

no-persona

Yo ya no soy una mujer. Ni una persona, ni roja, ni enfermera, ni laica, ni progresista, ni sexual ni sensual. Yo ya no tengo nombre, ni número de DNI, ni de la seguridad social, ni para la lencería del hospital, me han arrebatado hasta el número de la biblioteca.


Me he convertido en un objeto, inerte, inanimado, incapaz de interactuar. Soy, irremediablemente, un objeto, sexual, político, laboral, económico… de todas las características posibles.

Una marioneta. Peor un vaso. De esos horribles de tubo, que sirven para todo, el café con hielo, la caña, el refresco, para todo; pero de los que todos evitamos prefiriendo copas, vasos de culo ancho o chatos de vino.

La metamorfosis no kafkiana ha sido debida a varios factores. Rechazos demasiados. Noches de fracaso. Frases dolorosas. Rumores punzantes e insanos. Agotamiento, cansancio, desfallecimiento mental y físico. Turnos incompatibles con la vida humana. El hecho de permitir que este amor nos separe porque suponía que deberíamos haber sido inmunes a las leyes de la normalidad.

¿Dónde está la nueva yo? La que se suponía cambiada y renovada después de ese viaje, la que daría sentido a las cosas y cambiaría las prioridades. ¿Dónde coño está?

Debió quedarse atrapada en la tormenta de arena infinita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

un obscuro objeto de deseo. zano