domingo, 22 de noviembre de 2009

Público



Vinieron a casa puntuales. Pensé en recibirles en pijama o con la bata o con el albornoz, pero luego volví a pensar y me di cuanta de que mis pijamas, batas y albornoces son muy poco eróticos la verdad. Así que en escasos veinte minutos me puso mi ropa interior bonita el mini vestido negro que a los Rizos le encantan y les abrí la puerta dispuesta y vestida para todo.
Me miraron y sonrieron los dos. Enseguida les tenía persiguiéndome por la casa para que me probara toda la lencería y se pasaron una hora haciéndome mil y un fotos, mientras yo me moría de risa y de vergüenza. Hasta que me tiré sobre el parquet del salón y comenzaron a jugar conmigo hasta que hicieron que dejara de gritar totalmente satisfecha.
Me duché, me volví a maquillar volví a vestirme y salimos da casa, reconozco que con pereza. El aire nos abofeteo nada más salir, casi como si nos obligara a volver entrar (con lo bien que hubiéramos estado en casa comiendo una pizza y viendo una peli ¿no?).

Cenamos algo rápido mientras arreglábamos el mundo y discutíamos sobre la infidelidad. Muchas veces lo oigo en mi cabeza, me pregunto si yo también acabaré así, siendo ”estadísticamente correcta” para todos menos para ellos dos, convirtiéndome en lo que tanto critico; y cuando se me ocurre eso no puedo evitar pensar si también me criticaran a mí cuando lo haga, si cambiaran la forma de hablar de mí el día que les diga que me voy a vivir con alguien o que estoy preñada (sí es que todo esto llega a pasar claro. Y el domingo de la despedida se lo pregunté, ¿También me criticareis a mí? Pero ambos, a la vez como cuando les pregunté que si el pelo suelto o recogido, me dijeron que no, que si yo acababa haciendo algo similar lo haría de mejor manera. Espero no tener que acabar así pero cada día veo más imposible tenerlo todo...
Me despisto, reconozco que esta semana he estado pensando en muchas cosas y el sexo no ha sido una de ellas. Pero es que todo tan complicado...

De camino a nuestro antro de depravación favorito no me puse entre medio de los dos, como siempre, y los agarré a los dos, cada uno de un brazo. Me encanta ir a así, me encanta mirar la cara de la gente que pasa y nos mira con disimulo. ¿Qué pensaran? En más de una mente ni cabrá la idea de que somos lo que somos.
Por supuesto y como siempre, me senté entre los dos, dándole un poquito la espalda a los Rizos, sé que al maestro le gusta vernos así.
Tocaba noche de hacerme rabiar, me aseguraron que no iban a follarme y me exigieron que no dijera nada ya que yo era la única que se había corrido de momento en esa noche. Enseguida tenía una polla en cada mano, masajeándolas con destreza para conseguir en segundos que creciera. Odio el tabaco, odio que fumen, pero reconozco que me resulta curioso (esa no es la palabra pero no encuentro otra ahora mismo) ver como se concentran, como cambian la forma de inhalar y exhalar el humo cuando tengo su polla en mi mano, estoy segura de que les gusta verse a si mismos en esa situación, que les encanta su imagen. Lo pregunté y así me lo afirmaron.
Entramos dentro pero no hasta el fondo, tenían que hacerme sufrir, así que nos quedamos en los sofás donde sí se puede fumar, por supuesto.
Al poco de llegar ya estaba de agachada contra el suelo a cuatro patas con la boca más que ocupada en darle placer al maestro. Llevaba la falda lo suficientemente corta como para que en esa posición se me viera las ligas de las medias, era totalmente consciente de que sólo con la visión de mi trasero los rizos se estaban excitando. Se tiró al suelo detrás de mí y me seguro que me iba a ir a Lisboa bien marcada, no fui la única que acabó con marcas esa noche. Empezamos a follar allí mismo. Gemía cuando le sentía dentro, clavándose hasta el fondo, oía desde la lejanía como me preguntaba el maestro qué donde estaba metiéndose, pero sabía que no podía contestarle y él mismo se respondió, sé por sus jadeos que se la estás metiendo por el coño. Sonreí mientras le miraba, me encanta que me conozcan tanto. Les pedí que me llevaran a dentro pero, como siempre, me hicieron rogárselo así que eso hice pero se lo suplique mientras les arañaba la espalda (ya he adelantado que no soy la única que me fui marcada a casa). Me arrastraron hasta la cama y me follaron como sólo ellos saben, y mientras lo hacían, fuerte y salvaje como a mí me gusta, entre gritos no pude evitar pedirles... cosas, cosas que ellos siempre cumplen.
Lo que pedí me lo dejo para mí y para ellos, no todo puede ser público ¿no?

No hay comentarios: