miércoles, 22 de julio de 2009

Demasiado duro




Parapetada detrás de él, mirando y traduciendo los signos y síntomas de su cuerpo en vez de observar el espectáculo, tuve que agarrar la mano del maestro para no lanzarme sobre él, para evitar tocar su frente para asegurarme que su cuerpo reaccionaba como tenía que reaccionar ante las drogas legales que se había tomado haciendo caso omiso de lo que yo le había indicado. Tuve que amarrarme al maestro para no acercarme a ponerle una mano cómplice sobre su hombro ya que, probablemente, era la única persona en la sala que era consciente que ese momento la espalda le estaba destrozando.
No soy conocida, precisamente, por conseguir que las cosas se me pasen pronto.
Tonta de mí, esperaba un duelo por su parte, no un llanto peliculero, algo sencillo a la par que real.
¿Qué es lo peor?
Que aunque el domingo compartí una cama robada con un hombre más que interesante, que me dio dulces besos en lugares públicos cosa que hacía meses que no hacía, que me hizo sonreír gracias a las cosquillas que arrancó de mis labios; lo más triste es que a pesar de todo esto lo primero que escribo es que tengo que seguir conteniéndome para no arrogarme a sus brazos. Para no gritarle a dos centímetros de la cara lo muchísimo que le echo de menos.No soy conocida, precisamente, por conseguir que las cosas se me pasen pronto.

Y julio está siendo demasiado duro...

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