lunes, 14 de febrero de 2011


Yo no tenía ganas de salir, este nuevo turno me está matando, me chupa la vida, pero quería verlo, despedirme, sé que son sólo ocho días pero nos vemos y hablamos tanto… que lo echo mucho de menos. Así que le propuse un cambio de plan, pero él no aceptó.
Así que cenamos, nos tomamos un cosmopolitan chic y nos fuimos a nuestro antro.
El amor es eso nada más, que tu amante, tu maestro aguante a otra para que a ti te follen en condiciones, no tiene precio, es amor. Está clarísimo. Amor puro y verdadero, posiblemente el más sincero que me ha dado ningún hombre.
Nuestras últimas salidas nocturnas no habían sido demasiado prolíferas, follar follamos pero nada digno de mención. Yo necesitaba la sesión del viernes, necesitaba que me follaran bien follada. Y eso fue, nada más nada menos.
Fue un polvo de esos urgentes, desenfrenado, de los que no te da tiempo ni a quitarte la ropa, sólo a subirte el vestido y poner el culo en forma de perfecta pompa.
Me dio todo lo que necesitaba. El morbo de saber que el maestro miraba, la tranquilidad de saber que mi maestro estaba siendo atendido, la urgencia del polvo salvaje, de los golpes, de los mordiscos, de los sonidos huecos de las ostias sabrosas; las embestidas secas, sordas, acompañadas de gemidos, las gotas de un sudor necesario y lascivo. Me dio todo lo que el viernes ansiaba.
Estaba arrodillada chupándole la polla, entrando y saliendo de mi garganta en un sí que parecía infinito, agarrándole las cachas del culo, clavándole las uñas, sintiendo como me tiraba del pelo marcándome un ritmo que me resultaba fácil seguir (porque soy muy hábil no porque fuera lento). Pero fue él quien me paró y me elevó para sentarme en la banqueta alta, agarró mi cadera y dejo mi sexo en el borde para tener mejor acceso. Buceo entre mis piernas, lamió, mordió, sorbió y apresó mi clítoris con su lengua y sus dedos.
Le pedí que me follara, se lo roge mientras besaba al maestro sentado a mi zurda.
Le ofrecí mi culo, una pompa perfecta y redonda, apretada y ansiosa. Me abrió las piernas y se metió dentro, se incrustó en mis entrañas, hasta el fondo sin piedad. Me subió el vestido coronando mi cabeza, sacó con sus manos mis tetas por el escote y azotó con fuerza el culo, haciendo que rebotara. Joder, solo de recordarlo….
Me corrí fuerte, salvaje, gritando y exhalando un vapor carnal, voluptuoso. Pero él no tenía suficiente. Me dio la vuelta volvió a sentarme y me levantó las piernas mientras yo las sujetaba con las medias y los tacones puestos, lo único que me dio tiempo a quitarme fueron las bragas.  Me recolocó a su antojo y siguió follándome, mientras me besaba, mientras le clavaba las uñas en la espalda y sentía su sudor.

Y después me quedé tan bien, estaba tan a gusto, que lo único que quería era chuparle la polla al maestro para que no se olvide que soy yo la que mejor selo hace…

1 comentario:

Anónimo dijo...

joder... Zano