domingo, 13 de abril de 2008

Tormenta



La lluvia cayendo sobre los dos. Ambos empapados, chorreando. Besándonos bajo la lluvia. Comiéndonos la boca, prácticamente engullendo la lengua del otro. Tú sentado de rodillas sobre el césped, yo sentada encima de ti, contigo dentro. Entrelazando mis manos por detrás de tu cuello, tirándote de tu empapado pelo. Las gotas de lluvia colándose por tu camisa, mis manos persiguiéndolas, peleando con ellas para tocar tu piel.

Me encantaría ser líquida, y derramarme encima de ti, para que mis gotas recorrieran todo tu cuerpo, para que alguna se quedará atrapada en el pelo de tu pecho y otras hicieran un lago en el valle de tu ombligo. Me encantaría ser líquida, y recorrerte por dentro para aprenderte igual que haré con la parte de fuera.
Tus manos amasando mi culo, amarrándolo con fuerza y dándole el ritmo que quieras. Nuestro gemidos y jadeos ocultos por la noche, disipados por el sonido de los truenos y los relámpagos, haciendo que nosotros nos volvamos pequeños, insignificantes frente a esa fuerza de la naturaleza. Y al segundo siguiente, tú y yo nos volveríamos uno con la tormenta. Y, durante ese segundo, mientras tú permaneces calvado en mi, y yo curvo la espalda de placer, nuestro gritos serán más altos que los de la tierra.

3 comentarios:

Vagamundos dijo...

A Conxi le encantaba hacer el amor en la terraza de su ático cuando había tormenta... y cuanta más agua caía, cuantos más relampagos, mas intensos sus orgasmos

zangolotino dijo...

Tus gotas parecen tener tanta temperatura como la lava de un volcán.

NieblA dijo...

Sí, mis gotas son calientes.
Yo no tengo terraza, así que lo hago con el ruido de la lluvia de fondo :D