lunes, 21 de abril de 2008

Contra


Encuentras la puerta de mi casa semi entornada invitándote a entrar.
Te espero completamente desnuda, mirándome en el espejo de la entrada, para que me veas las dos caras, en el espejo mi reflejo de frente y cara ti, mi espalda. Miro tu reflejo en el espejo y te sonrío.
No es preciso hablar, hace tiempo que no es necesario.
Te desnudas en menos de un segundo. Cierras la puerta de portazo. Te acercas a mi desde atrás y, mientras miras el reflejo de mis ojos en el espejo, comienzas a repartir tus manos por mi cuerpo, tus besos por mi cuello. Me das la vuelta y me alzas para empótrame contra la pared, grito, ha dolido pero no me importa. Comienzas a besar mis pechos a frotarte contra mí. Abro los brazos y me crucifico en la pared del pasillo. Gimo de placer mientras restriego mi húmedo sexo contra tu ombligo. Siento tu polla dura y erecta chocar contra mi trasero, solo saber que me espera ya me excita.
Metes tu cabeza entre mis pechos y me hueles, te encanta mi olor. Me bajas poco a poco y me arrodillo frente a ti, frente a tu pene. Te miro mientras comienzo a masajearla con la mano, le doy un lametazo, lento y largo como si fuera mi helado favorito y yo estuviera muerta de calor. Sigo mirándote mientras lo hago, se que te encanta que lo haga.
Me la meto en la boca rápida e implacable, hasta el fondo, comienzo a mover mi cabeza mientras juego con tu testículos con las manos. Jadeas, gimes, pretas mi cabeza contra tu sexo para que entre más al fondo todavía. Entro y salgo de ese gran falo con dureza y fuerza, me encanta hacértelo así, y a ti que lo haga. Levantas mi cabeza y el resto de mi cuerpo y me besas con nervio.
Ando lentamente hacia el salón y con un gesto de la cabeza te digo que me sigas.
La mesita baja de cristal está más separada del sofá de lo normal. Completamente vacia y con unos cojines rojos en la orilla. Solo dos velas iluminan la habitación. Ahora te das cuenta de que hay música de fondo.
Me arrodillo ante la mesa, mis rodillas quedan apoyadas en los cojines, mi cuerpo desnudo yace contra la mesa de vidrio. El contacto con el frío cristal hace que mis pezones se estremezcan y endurezcan más todavía. Apoyo la mejilla derecha contra la mesita y te miro.
Estoy expuesta para ti, mi sexo y mi culo son todo tuyos. Poséeme.
Te acercas, te agachas a mi lado, lames primero mi espalda y después la besas, la arqueo producto del placer. Siento la punta de tu polla en la entrada de mi coño, húmedo, más bien empapado. La primera embestida es... fuerte, dura, casi salvaje. Vuelvo a gritar, me encanta que lo hagas así. Sales y entras de mi cuerpo con facilidad, casi resbalas con mi humedad. Te clavas hasta el fondo, me estiras del pelo, fijas una de tus manos en el final de mi espalda y me clavas las uñas.
Jadeas, ambos los hacemos. Tu otra mano se desliza hasta mi clítoris y lo acaricia con fuerza, violentamente. Estoy a punto de correrme. Grito, berreo de placer, me corro contigo dentro. Me corro mientras me clavo el borde de la mesa y el aliento de mis jadeos empañan el mueble.
Sacas tu polla de dentro de mi y, sin dejar que tome aliento, vuelves con tus acometidas pero ahora por mi otro agujero. Grito de dolor, pero tú no paras. Siento como si fueras a reventarme por dentro. No paras, me muevo y me retuerzo pero tú me sujetas con fuerza y sigues con tus embestidas. El dolor se transforma en placer de repente, de un segundo a otro, paso de gritar de dolor a pedirte más, son las primeras palabras que se escuchan desde que has llegado.
Tanto tus jadeos como los míos son más altos y entrecortados. Te vas a correr y yo me voy a correr contigo. Me avisas de que te corres mientras yo lo hago, grito y grito.
Tú te corres en mi espalda y te derrumbas encima de mi.
Y así, mezclando nuestro sudor y nuestro fluidos, recuperamos el aliento y, por fin, escuchamos la música.

2 comentarios:

zangolotino dijo...

-Ufff parece de verdad, me has dejado sin palabras...

Vagamundos dijo...

musica?... que música?...

Hay algo más real que los sueños o los recuerdos?