martes, 2 de junio de 2009

Mi primera vez


Ayer de forma totalmente fortuita, me acordé de mi primera vez allí.


Recordé a la perfección esa llamada perdida a las tantas de la madrugada, "Arreglate, vístete por favor y cógete un taxi que te doy una dirección, ¿estás lo suficientemente despierta como para apuntar la dirección?" Yo no hacía más que preguntarle que qué decía. "Él me ha preguntado por tí, te ha pedido a tí, te reclama..."


No hizo falta nada más. No sabía a donde iba, no sabía como me tenía que vestir, así que me pusé mi mejor ropa interior, eso sí que lo sabía, me pusé los vaqueros, los tacones, y la camisa blanca dejando desabrochados los dos primeros botones.


Salí a la calle paré un taxi y le dí la dirección que llevaba apuntada en un papelito.


Llegamos enseguida, me bajé del coche e hice la perdida que tenía que hacer para que saliera a buscarme. En cuantro vi esa puerta sabía a donde iba.


Supongo que ese era el momento para hecharme atrás, pero no quise hacerlo.


Salío a buscarme y me dijo que estaba guapísima.


De verdad había preguntado por mi?? No me lo creía. "No eres consciente de lo que le atraes, no eres consciente de tu capacidad de seducción, hoy tenías que ser tú, no podía ser ninguna otra".


Llamó a la puerta y conforme avanzabamos notaba como mi corazón se aceleraba. Iba, discretamente, fijándome en todos los detalles, quería quedarme con cada esquina, con cada olor, con cada color, quería tatuarme cda sensación en la piel. Él estaba al fondo de la barra, en lo que se convertería desde ese día en nuestro rincón, jugando con su mano en sus rizos, como hace siempre que espera, mirando hacia la puerta para ver cuando entraba. Sonrió nada más verme, me repaso de arriba abajo primero, com asegurándose de que estaba ahí.


Me senté en la barra, me presentaron al camarero y pedí un vozka con naranja, Absolut si puede ser.


Reconozco que tengo alguna laguna mental, que no recuerdo muy bien como fueron los siguientes minutos. Creo que empezaron a jugar con mis pechos en la barra; recuerdo que el maestro en su infinita sabiduría me sentó entre medio de los dos pero dando un poquito la espalda a la gente.


REcuerdo, que aunque yo quería lanzarme a a oler su rizos, el maestro antes de bajar me pidió que le hiciera sufrir, aunque quieras tirar a por él fiáte de mi y haz como si me desearas más a mi. Eso fue el principio del primer acto, el prologo surgió años antes de forma más natural, menos estudiada, pero con los rizos hay que estudiarlo todo sino no sale nada bien.


Sé que estuvimos jugando en la barra un rato, que comencé a hacer que las cosas crecieran antes de pasar a la "intimidad". Sé que antes de sentarme en el sofá ya estaba empapada, eso tampoco es dificil de conseguir, muchas veces no necesito ni que me toquen.


Pasamos... ¿al sofá primero? Eso no lo recuerdo. Lo que sí que sé es que estuvimos en la "pista de baile" tocándonos, sobándonos, comiéndonos los tres. Recuerdo que el olor de los rizos desapareció un momento mientras decía algo así como "voy a mirar quien hay por ahí" Le pregunté al maestro que a que se refería, me dijo que no me preocupara que ellos se encargaban de todo y, por décimo sexta vez, volvió a preguntarme si estaba bien, si me encontraba a gusto.


Volvió sólo, me cogió de la mano y los tres seguimos recorriendo ese antro que tan bien conocían.


Al final, una luz rojiza que reflejaba detrás de unas cortinas semitransparentes escondía a varias personas. Me paré en seco, supongo que el miedo a lo desconocido y la inseguridad me paralizó.


Hey, que hasta yo tengo mis límites. Se miraron, me miraron con una ternura especial y ambos me besaron mientras uno de los dos me aseguraba que ellos los respetaban. Así que me llevaron a otra "habitación", al principio reconozco que estaba más tensa que excitada pero en segundos se dió la vuelta a la tortilla y la excitación pudo con los nervios.


Follamos los tres, com antes, como otras veces pero distinto, más... salvaje, más público... No hacían más que preguntarme si estaba bien, me pareció tan dulce tan sincero, dónde iba a estar mejor.


Si tengo que decir la verdad no recuerdo de manera especial el polvo. Sé que el rizos desapareció un momento y volvió envuelto en una toalla blanca y con el pedazo de plástico imprescindible y necesario que sería el testigo directo de nuestro éxtasis.


Esa noche pensé que había encontrado mi línea, que me había dado cuenta de que había cosas que nunca podría hacer. Pero nada más lejos. Esa noche, mis hombres me dieron la llave de la puerta para que yo decidiera si la abría o no. Esa noche metí la llave en el bombín de la cerradura y la giré, obviamente, hacia la izquierda, para que fuera más fácil la noche siguiente, la siguiente semana o cuando yo quisiera, abrirla del todo. Con un sencillo pero firme empujón. Y eso hice.
Esa noche fue el princpio de todo, el verdadero principio.
Asi que ayer, sin quererlo, lo recordé todo, de forma totalmente fortuita. Y después de tanto tiempo, parece que haya pasado mucho más, mi piel sigue saturándose sólo de recordarlo.
Por lo menos esa capacidad no la he perdido.... todavía....

1 comentario:

Dr.Mikel dijo...

Aunque parezca un topico siempre hay una primera vez, y tu primera fué valiente y salio bien.
Una mala experiencia puede marcar una tendencia y descabalgarte de la ilusión para siempre.
Bsos.