¿Qué me ha pasado todo este tiempo? Iba a decir que
demasiadas cosas, pero en el plano sexual nunca son demasiadas.
¿Por qué no he escrito? No se, supongo que el cansancio del
día a día, el agotamiento de los apuntes que no terminan y de los temarios subgéneros
que no tienen ni pues ni cabeza.
Pero han pasado muchas cosas, algunas que no debían haber
pasado, errores que se repiten y repiten en un bucle que esperaba dejara de ser
infinito, encontronazos raros no buscados ni ensayados y… la recuperación del
orgasmo. Sí ÉL ha vuelto, maravilloso, vibrante, estremecedor, sincero, salvaje,
sudoroso, gritón, estupefaciente. Sí mi orgasmo ha regresado de su inmenso
viaje para volver a dormir entre mis sábanas, en el pequeño botón del placer
que es mi clítoris
Y sí, el regreso ha sido magnífico.
El principio sorprendente del orgasmo no esperado del polvo inesperado
también. La duda, no demasiado placentera, de plantearse si tal magnífico
acontecimiento iba a ser un suceso
aislado o, por el contrario deseado, era el comienzo de una carrera de orgasmos
sin fin. La estremecedora duda de pensar que los orgasmos que me tocaban habían
sido gastados a la temprana edad de 29. Y el maravilloso regusto sabroso del
primer orgasmo con el amante nuevo, no el más guapo, ni el más atractivo, ni el
más morboso, pero, sin duda el más bueno. El primer orgasmo con Francés, ese
orgasmo sincero repleto de confesiones anorgásmicas anteriores. La tranquilidad
de comenzar a follar, de calentarte/nos sabiendo que ÉL llegaría gracias a su
inestimable ayuda. Las lágrimas incontenidas de los orgasmos que casi parecen
que te transportan al mismo cielo, a la misma muerte.
La tranquilidad, eso que me ha tardado tanto en llegar, la
tranquilidad del orgasmo asegurado, la tranquilidad de la ropa de hombre en la
lavadora, la tranquilidad de las noches abrazadas y las de los pies encontrados
para evitar el calor húmedo del verano zaragozana.
La tranquilidad, eso ha pasado estos meses.
Ahora bien, no quita para que siga teniendo mis dosis de
sexo salvaje, con él, sin él, reales o ficticias; y, ahora que lo he retomado,
ya no pienso dejar de contarlas.
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